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La bicicleta, popular medio de transporte del que se estima que actualmente en el planeta hay más de mil millones de unidades. La bici, como la llaman en muchos países, o cicla, como se le denomina en Colombia, ha ganado mucho espacio en la sociedad actual por ser un medio de transporte sano, ecológico, sostenible, y por haberse impulsado su uso a través de las políticas de difusión del empleo de todo lo que es amable con el medio ambiente.
La realidad es que las bicicletas no solo están de moda en el sentido más común de la expresión, como es ser populares, sino que hacen parte de la planificación urbana seria de la mayoría de las ciudades del mundo, tanto para reducir la contaminación del aire y el ruido, como para incrementar la salud pública de sus usuarios. En una ciudad como la nuestra, llena motos y carros contaminantes que no dan abasto en las escasas avenidas, la bicicleta es una manera de soñar con un mejor orden en transitividad citadina, mejorando de paso, la calidad de vida de los habitantes y ahorrándole mucho dinero al erario.
Así que es hora de reconocer que las congestionadas vías vehiculares de Popayán tienen un nuevo protagonista en su ya caótico tráfico: los usuarios de las bicicletas. Estos ya son parte del problema de movilidad y las autoridades municipales no han logrado poner en marcha, ahora que el problema todavía no es asfixiante, soluciones para que todos los que transitan por las calles de nuestra ciudad las compartan racionalmente.
En algunas calles se ve tímidamente pintada, en algún carril, una bicicleta. Eso está lejos de resolver el problema. Además, se habla de mejorar 3.3 kilómetros de la ciclovía más importante de la ciudad. El tráfico es algo que afecta e incumbe a todos los habitantes de una ciudad, peatones, autoridades municipales, conductores de autos, motociclistas, buses, camiones, volquetas, bicicletas. Todos tienen la obligación social y el deber ciudadano de contribuir a que los desplazamientos por las calles no sean azarosos.
Preocupa la agresiva relación que hay entre conductores de autos, motocicletas, buses, camiones, volquetas y quienes transitan en bicicleta. Estos son tratados como si fueran usurpadores de un espacio urbano, las calles, se les irrespeta y tal actitud ya empezó a cobrar graves accidentes de tránsito. Y cada vez habrá más bicicletas en las vías citadinas.
Cuando comenzó a aumentar el tráfico de motocicletas y el problema era aún manejable, ninguna autoridad tuvo la lucidez de regular la presencia de ese nuevo protagonista vial. Hoy, el crecimiento del número de motociclistas es geométrico, se convirtieron en gran factor perturbador del orden vial, elemento sustancial del caos citadino. Por eso, si no se regula en este momento el tránsito de bicicletas por las vías, en poco tiempo será imposible intentar poner orden en tal asunto.
Conducir por las vías payanesas implica un permanente riesgo, pues motocicletas, taxis, buses, volquetas y camiones aparecen en cualquier momento y por cualquier espacio; nadie conduce en forma respetuosa, ni tiene paciencia, todos cambian ene número de veces de carril, violan permanentemente las normas de tránsito.
A tal estado de cosas, de contera, llegó un nuevo protagonista vial, los ciclistas. Respecto de ellos no hay la tradición, ni la cultura cívica de respetarlos, para ellos no hay carriles viales o aceras, los irrespetan los peatones y los conductores de vehículos a motor, pues nadie quiere compartir las vías con los demás. Así, nada funciona bien en nuestras calles, pero la tarea, difícil pero necesaria, es cambiar tal estado de cosas.
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