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Este martes se conmemoró el Día Mundial Contra la Trata de Personas, un delito creciente que afecta a niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres, el cual se convierte en la manifestación extrema de la cosificación de los seres humanos a quienes se les convierte en objeto de compra y venta, como cualquier cosa, con los riesgos de degradación y hasta muerte a los que se exponen a esta crueldad.
De acuerdo con varios diagnósticos, la trata de personas es la actividad criminal más abusiva, puesto que sus víctimas más frecuentes son menores de edad, mujeres muy jóvenes, en su mayoría pobres, que son engañadas o separadas violentamente de sus hogares para ser explotadas sexualmente por años, muchas veces en condiciones inhumanas.
Existen distintos fines de trata, entre las que se encuentran la explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, el matrimonio servil, la servidumbre doméstica, la mendicidad ajena, el tráfico de órganos. Pero, además, este flagelo ha sabido adaptarse de forma perversa al uso que muchos adolescentes hacen de las redes sociales y a sus expectativas para mejorar fácil y rápidamente su calidad de vida.
La trata de personas conocida globalmente como “la esclavitud moderna”, afecta a millones de personas y constituye el tercer delito más lucrativo después del tráfico de armas y el de drogas. Las mafias tienen ingresos muy elevados al explotar a sus víctimas y generan ingresos estimados de US$32 mil millones al año en el ámbito mundial.
Cifras de la Organización Internacional del Trabajo – OIT (2014) revelan que 21 millones de personas son víctimas de trata de personas en el mundo. La situación es aún más preocupante teniendo en cuenta que, según el Informe Global de la Trata de Personas 2018 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito -Unodc, el 30% de las víctimas de trata son personas menores de 18 años (23% niñas y 7% niños).
Colombia es un país de origen, tránsito y destino de trata de personas, principalmente en las modalidades de explotación sexual, trabajo forzado y matrimonio servil. Existe un subregistro de datos, entre otras razones, porque existen dificultades en su identificación. En 2018, la Fiscalía General de la Nación inició 271 procesos por el delito de trata de personas y, entre enero y abril de 2019, se registraron 74 presuntos casos.
En nuestro país, también otras víctimas de la trata de personas: migrantes, desplazados o jornaleros agrícolas en extrema pobreza que sobreviven en condiciones de explotación y que ni siquiera se reconocen como víctimas.
Asimismo, por estos días se conoció de una aberrante forma de trata de personas. Se trata del alquiler de bebés o niños menores de cinco años para la mendicidad. Situaciones de este tipo podrían estar presentándose en las grandes ciudades de nuestro país y se cree que Popayán no es la excepción.
Lamentablemente este delito es socialmente aceptado en una sociedad como la nuestra donde existe una marcada desigualdad de género que coloca a la mujer en una situación vulnerable al hacerla una potencial víctima de explotación sexual y laboral.
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