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En Colombia, a partir de los años 60 del siglo pasado, se difundió masivamente el uso de bolsas plásticas para guardar los más diversos objetos y productos que se compran en supermercados, tiendas y todo tipo de almacenes. Su uso se volvió tan corriente que hoy no se concibe cómo empacar artículos en otra clase de envoltura.
Actualmente, el uso de tal tipo de empaque ha entrado en crisis por su durabilidad, por no ser biodegradables y crece el número de personas que se suman al clamor por el uso de otros tipos de empaques para bebidas, comidas, juguetes, utensilios de cocina, etc.
Solo en Colombia, cada persona usa aproximadamente 27 kilogramos de plástico por año, lo que se refleja en 1.250.000 toneladas en total para el país de las que sólo se recicla el 8%. Estas graves cifras evidencian la necesidad de mejorar el sistema nacional de recolección y manejo de residuos; así como la urgencia de que los colombianos asuman su responsabilidad en esta problemática global, con consecuencias irreparables para la naturaleza y como ahora lo revela este estudio, para las personas.
En otras palabras, el plástico está invadiendo nuestra forma de vida, a tal grado que literalmente ya hace parte de nuestra dieta, tal como lo indica un reciente estudio llamado ‘Sin plástico en la naturaleza: evaluación del consumo humano de plástico’ elaborado por Dalberg. En él, se asegura que la situación es tan compleja que este material ya hace parte de nuestra dieta; de hecho, si sumáramos la cantidad de microplásticos que los humanos consumimos en un mes, tendríamos suficiente para hacer un gancho de ropa por cada individuo.
Debemos tomar medidas urgentes para frenar esta crisis. Es tiempo de comenzar a reflexionar sobre esta invasión silenciosa, que pareciera no estar causando ningún problema a nuestro bienestar y en general al de nuestro ecosistema. Desde ya hay que pasar de los discursos que advierten del peligro del plástico para sumarse a las cruzadas que buscan reducir la producción de este material en todo el mundo.
Una de estas iniciativas enmarcadas en una campaña llamada ‘Tu Dieta Plástica’ y liderada por WWF y Caracol TV, se acopia de las redes sociales, no solo para generar conciencia sino para imponer retos personales que tienen como objetivo desestimular el uso del plástico en la vida cotidiana de cada individuo. Paralelamente, la iniciativa revela información de más de 50 estudios sobre la ingestión humana de plástico a través de alimentos como agua, sal, azúcar, cerveza, mariscos y miel. Uno de los más impactantes resultados que trae el estudio, es que en promedio una persona puede ingerir aproximadamente cinco gramos de plástico a la semana, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito. Eso es aproximadamente 21 gramos al mes y poco más de 250 gramos al año.
Datos de esta naturaleza deben llamar la atención de todos nosotros para que comencemos a cambiar nuestros hábitos para no seguir abusando con el plástico, un material que definitivamente está deteriorando a pasos agigantadas el único entorno que tenemos: nuestro planeta.
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