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Hay tantas cosas en la vida de los colombianos que quisiéramos se remitieran exclusivamente a las chanzas que suelen hacerse un día como hoy. Por ejemplo, ojalá hubieran sido una inocentada la serie de asesinatos contra líderes sociales, excombatientes y víctimas del conflicto que han querido reintegrarse a la vida civil, y no un ataque sistemático en contra de esa paz y reconciliación que tanto anhelamos.
Hubiéramos sido felices creyendo que los problemas de desnutrición y hambre en la Guajira, fueran tan solo un mito que adornaba los regaños de una madre preocupada por su hijo que tiene todo a su alcance menos ganas de comer, y no la triste realidad de cientos de pequeños quienes se mueren de hambre olvidados por sus compatriotas y su propio gobierno.
Nos hubiéramos divertido mucho más, si los trinos infortunados publicados en lo corrido del año por la congresista del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, no hubieran sido una muestra de sus desaciertos, provocaciones y la evidente falta de conocimiento frente a temas básicos de la vida. Sin embargo, más que divertirnos, la preocupación bordea cuando vemos que la calidad de nuestros Representantes y Senadores hoy en día, no es la esperada, tanto que llegar a ser congresista más que un honor resulta siendo un descrédito.
Ojalá que todos los escándalos generados por las coimas de Odebrecht en nuestro país político y que despertaron una convocatoria al desprestigiado Congreso de la República para un juicio político, hubieran tenido resultados dejando en evidencia a todos los corruptos y todos los complot que se disiparon en el ambiente de nuestra nación y que incluyeron supuestos envenenamientos y videos salidos de la nada para convertirlos en cortinas de humo que terminaron salvando más de una cabeza en el alto rango de la Justicia, la política y hasta de la economía de nuestro país.
Pudiéramos decir a los payaneses que nos hubiera encantado que la cabeza de la Alcaldía no estuviera tan preocupada por la Justicia, dejando en el camino la sensación de huir de ella. Igualmente, que su intervención contra el estudiantado universitario no hubiera sido represiva sino más bien de diálogo y mediación buscando la tranquilidad que esta ciudad no ha encontrado desde que asumió el cargo.
También hubiese sido muy placentero hablar de una ciudad más ordenada, con un transporte público moderno, calles invadidas de todo tipo de comercio informal y semáforos convertidos en plazas de mercado y escenario de arte callejero.
Digno de un 28 de diciembre pudieran considerarse la falta de acuerdo entre Gobernación del Cauca y Alcaldía de Popayán para asumir el manejo y la responsabilidad de los polideportivos de la ciudad, a los que se les invirtió una millonada de pesos y muchos ni siquiera han sido abiertos a la ciudadanía. Todos esos escenarios parecieran estar fungiendo de ‘rines de boxeo’ en el que ambos entes municipales intentan mostrar su poderío político.
Más que una broma de inocentes, quisiéramos que aquello sea uno de los deseos para el año nuevo. Que se pongan de acuerdo, que hagan y dejen hacer, pero sobre todo que piensen en los payaneses y caucanos antes que en sus disputas.
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