Editorial: Golpe bajo

Los hechos sucedidos la semana pasada, ya no en nuestra ciudad, sino a nivel nacional, pero que están fuertemente relacionados con Popayán, están asociados a la captura, en flagrancia, por parte de la Fiscalía General de la Nación, del fiscal de la Justicia Especial de Paz – JEP, abogado Carlos Julián Bermeo Casas y la Señora Ana Cristina Solarte Burbano, ambos payaneses, junto con un ex convicto por parapolítica, el exsenador santandereano Luis Alberto Gil, líder del movimiento Opción Ciudadana, quien al parecer era el enlace para realizar un acto de corrupción judicial.

Las noticias dadas sobre este hecho y los videos grabados por funcionarios de la Fiscalía, encubiertos en un hotel de la capital de la república, que se volvieron virales en las redes sociales, muestran palmariamente como el fiscal de la JEP recibe un fajo de dólares, como pago inicial dado para interceder en favor del excomandante de las Farc, ‘Jesús Santrich’, quien hoy se encuentra bajo el fuero de esta jurisdicción especial y que ha sido pedido en extradición por los Estados Unidos. País que hasta la fecha no ha podido mostrar las pruebas que permitan a la JEP tomar la decisión sobre la fecha de ocurrencia de los hechos por los que se le incrimina, asociados al delito de narcotráfico y con ello poder resolver de fondo la competencia para atender la solicitud correspondiente.

Además del rechazo general y repudio nacional por este tipo de prácticas en la justicia colombiana, los payaneses no podemos pasar agachados ante un hecho notorio de corrupción, en el que están vinculados hijos de esta tierra y formados, en el caso particular del abogado y politólogo Bermeo Casas, en uno de nuestros insignes claustros del saber: La Universidad del Cauca.

El golpe a la Alma Mater caucana es bajo, pues ella se ha destacado en la historia de la educación superior en formar profesionales probos y fuertemente asidos a su slogan institucional: “Posteris Lumen Moriturus edat”, que en una de las traducciones al español reza: “Quien ha de morir que traspase su luz a la posteridad”, sentido de trascendencia aferrado a valores y principios sociales, éticos y ciudadanos, centrado en el servicio y el bien común, lo cual ha permitido que sus egresados sean muy apetecidos en el mercado del trabajo, tanto a nivel público como privado.

Popayán, la ciudad procera, también recibe un golpe bajo, pues con este lamentable hecho el juicio realizado por el resto del país, a pesar de ser una situación aislada, arrastra la imagen de la ciudad, la cual estaba muy alejada de los protagonistas de los escándalos más grandes de corrupción a nivel nacional

Pero. el golpe más bajo por este siniestro personaje, es sin lugar a dudas, a la JEP, jurisdicción especial creada a partir del Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno colombiano, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos y las Farc, justicia que busca cumplir los compromisos de verdad, justicia, reparación y no repetición, elementos centrales para consolidar una paz estable y duradera, porque ante toda clase de enemigos que tiene, encabezados por el partido de gobierno, el Centro Democrático y el interés manifiesto del presidente Iván Duque de objetar la Ley de la Justicia Especial para la Paz, le entraría a dar una estocada final a este instrumento constitucional de justicia para andar con firmeza el camino de la paz, lo cual está articulado a la intención deliberada de desandar lo andado en este sentido y volver a transitar el negro y doloroso camino de la guerra.

Las sanciones para este triste y nefasto personaje deben ser ejemplares, pues ni la Universidad, la ciudad y menos la JEP pueden ser merecedoras de tan flagrante y bajo golpe a sus entrañas, misión y naturaleza, que hacen parte integrante de nuestra institucionalidad.