Editorial: El suicidio, fantasma latente

A comienzos de semana se conmemoró el Día mundial en contra del suicidio, una fecha que por las cifras, debería ser de gran atención para nuestro Departamento. Y no es para menos, ya que según lo notificado al Sistema de vigilancia epidemiológica – Sivigila, en lo que va corrido del año ya se han presentado 401 casos de intentos suicidas en el Cauca (De dichos números, un poco más del 10% han terminado en la muerte).

Todos estos casos, aunque tristes y dolorosos, engrosan los altos números presentados en el Cauca, y en especial en nuestra ciudad, en donde los índices tienden a subir año tras año con situaciones que a cuenta gotas, ingresan en una cotidianidad noticiosa que al final no causa alarma alguna.

Con motivo de la conmemoración de dicha fecha, la Secretaría de Salud del Cauca, entregó cifras enfocadas más hacia los intentos en los últimos meses, balance que preocupa, y tiene que llamar a la responsabilidad y a la urgencia manifiesta, pues al tiempo en el que pareciera que el suicidio nos está ganando la partida, normalizamos ese tipo de conductas por el simple hecho de que se presenta frecuentemente.

En lo corrido del año se cuentan algo más de 40 hechos fatales entre los que se encuentran principales protagonistas, los hombres entre 21 y 30 años de edad. Además de Popayán, municipios como Santander de Quilichao, Toribío, Caldono y El Patía, han presentado los mayores casos en cuanto a intentos, revelando como ya se dijo, que se tienen cifras de más de 400 intentos fallidos, números en crecimiento, comparados con los del año pasado.

En nuestra comarca, acciones preventivas sobre el tema son pocas y solo se visibilizan cuando las tendencias por cortos periodos causan escándalo, tal como pasó hace un par de meses cuando en menos de 48 horas, cuatro jovencitos se quitaron la vida en Popayán y en el oriente del Cauca. Así pues que hace falta mucho más para atacar este flagelo que ya raya en un problema de salud pública; y no solo de parte de los entes gubernamentales, sino de las familias, y la sociedad en general.

Rara vez una persona que se quiere suicidar, lo manifiesta públicamente, y mucho menos quien sufre de depresión, lo evidencia fácilmente. La mayoría de las veces quienes más sonríen, son quienes más viven tragedias e infiernos por dentro, y aquello debería ser punto de partida a la hora de pensar en estrategias más eficaces frente al tema.

Infortunadamente la depresión, el estrés, y la ansiedad, son los males de nuestro tiempo, muchas veces subestimados o minimizados, siendo ello un error. La salud mental, al igual que la salud física, y la salud espiritual, deben ser aspectos fundamentales en la vida de las personas, mucho más en estos días, en donde los odios, los conflictos, la violencia, y las múltiples diferencias, son motivo de tristezas, discordias, riñas entre otras. Luchar contra la depresión y el suicidio, debe ser tarea de todos y en todo momento.

Por todas las estadísticas relacionadas -y esperando que no sean anuncios aislados para visibilizarse durante la coyuntura de la fecha-, vale la pena reconocer el trabajo que adelanta el equipo de salud departamental, el cual tiene el propósito de orientar las acciones que velan por la salud colectiva y mental de la población caucana, promueve e incentiva acciones y estrategias de prevención del suicidio.

El suicidio es una tragedia que no solo afecta a la víctima directa, sino a toda su familia con efectos devastadores que difícilmente se curan. Y abordarlo con la contundencia requerida es un deber pendiente no solo de las autoridades para tratarlo y prevenirlo, sino de la sociedad entera que debe hacer un ejercicio de introspección para determinar qué es lo que está sucediendo.