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Este 7 de agosto asumió la presidencia de la República Iván Duque Márquez en reemplazo de Juan Manuel Santos, quien había iniciado su travesía en 2010, también de la mano de Álvaro Uribe como su mentor e impulsor.
Con la llegada de Duque comienza una nueva era de gobierno de un país con inmensos retos. El primero de ellos, el que el mismo Presidente anunció en el discurso donde asumió el triunfo electoral: gobernar para todo un país y trabajar por la unión nacional.
Pero más allá de la necesaria unidad, existen reformas urgentes que deberá emprender el nuevo Presidente. La Justicia es la primera de ellas. Una sociedad que no cree en sus jueces y cuya impunidad es mayor al 90% es una sociedad condenada a vivir en la delincuencia y a creerse con el derecho a cobrar por sí misma las faltas, ante la convicción de que la Justicia no funciona. Siendo esta un pilar fundamental de la democracia, es necesario que este nuevo gobierno emprenda una reforma que devuelva la confianza de los ciudadanos en sus jueces. Tener un sistema judicial operante y célere es un reto que no da más espera.
Otro de los inmensos retos de la era Duque será la reforma tributaria. Ahogados los colombianos en materia impositiva, y aunado a la promesa de campaña de alivianar las cargas tributarias para los empresarios, el Presidente Duque tendrá que iniciar una verdadera arremetida contra la evasión. Su gran reto será conseguir que aumente el recaudo, sin que signifique gravar aún más a quienes ya no toleran más impuestos.
Y por supuesto que la lucha contra la corrupción es prioritaria en el nuevo Gobierno, pues mientras esta siga siendo la vena rota de las finanzas del país, será muy difícil para Colombia emprender las reformas que necesita.
Por el bien del país, hoy solo queda desearle buenas cosas al nuevo gobierno. Confiar en las capacidades de todos y cada uno de los ministros y funcionarios que nombre Duque, mujeres y hombres jóvenes, y aparentemente capaces, que tendrán la responsabilidad de superar a sus antecesores, aquellos que tanto criticaron los uribistas.
Por estos días algunos pocos lamentan la partida de Santos, no tanto por lo que representara el hoy saliente Presidente, quien se va con un bajo margen de favorabilidad, sino por lo que suponen y piensan será el regreso del uribismo al poder, cuestionados en los últimos años, por su férrea oposición a los acuerdos de paz, y por cuenta de las investigaciones en la Corte al expresidente.
Si bien Santos, Duque y Uribe, provienen del mismo grupo político, las diferencias surgidas tan pronto Santos asumiera la presidencia, generaron un ambiente de tensión y polarización que hasta el día de hoy se mantiene.
La principal tarea para el nuevo gobierno será reactivar el país en materia de economía, pues bien es sabido que nos entregan sobre endeudados y con los crecimientos más diminutos de los últimos tiempos. Asimismo, la lucha frontal contra el narcotráfico y la drogadicción, el proceso de paz con el Eln, y el posconflicto con las Farc, suponen grandes responsabilidades para Duque.
Uno de los puntos a favor de Duque, es que, a diferencia de Santos, el nuevo Presidente no proviene de una familia poderosa y adinerada, alejada de los problemas del colombiano común, sino que se ha hecho a pulso en una familia promedio, cosa que puede permitirle comprender un poquito más las necesidades del colombiano de a pie.
Desde estas páginas le deseamos al nuevo Presidente de la República un gobierno exitoso, pues un buen mandato significa también un buen futuro para todos.
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