Editorial: El ciclismo y su auge citadino

Usar bicicletas está en auge, y en buena hora, porque como lo hemos anotado antes, el deporte en general, y el ciclismo en particular, es una manera excelente de promover la salud pública.

Uno de los grandes problemas de Colombia es que las enfermedades suelen descubrirse cuando ya están avanzadas, dada la falta de cultura de prevención, que implica hacerse chequeos periódicos siempre, y especialmente después de los cuarenta años. Pues bien, la actividad física regular es una manera de prevenir las enfermedades y el ciclismo no es solo una de las mejores formas de hacerlo, sino que además reduce la contaminación ambiental, especialmente si la bicicleta se vuelve una alternativa viable y masiva de transporte personal.

Aterrizando todo lo anterior a nuestra capital caucana, necesitaríamos más ciclorrutas, ojalá adicionales a las calles existentes, que son pocas, angostas y generalmente con mal organizado tráfico, lo que las hace peligrosas para todos, especialmente para peatones y para quienes andan en cicla.

Por ahora y sobre el papel, esa es una de las intenciones de la Secretaría de Tránsito, que en la presente administración ha ejecutado acciones tendientes a favorecer la movilidad en bicicleta por la ciudad. Por ello recibimos con beneplácito la creación de una red de ciclorrutas mediante canalización y construcción, aprovechando gran parte de las troncales que se construyen para el uso del Sistema Estratégico de Transporte Masivo. Ojalá esos trayectos especiales para los ciclistas sean respetados pero especialmente, usados.

De parte de los ciclistas también hay esfuerzos por hacer, especialmente tener mucha más conciencia al compartir vías escasas y estrechas con el tráfico automotor, no solo por cortesía con los conductores, sino por mero instinto de supervivencia. Siguen muchos ciclistas montando de a dos, tres y a veces cuatro por ancho, en vez de hacerlo en fila india, especialmente cuando no hay un carro que ampare la retaguardia del pelotón. Esto, además de entorpecer el tráfico, aumenta las posibilidades de ser atropellados, de por sí numerosas cuando se anda en bicicleta.

Por otro lado, la creciente popularidad de las montadas nocturnas hasta extramuros también necesitan más organización y acompañamiento de las autoridades porque es notoria la irresponsabilidad de una minoría de ciclistas, a veces por falta de conocimiento y otras por pura arrogancia.

Es así como grupos pequeños circulan por diversos sectores payaneses en donde muchos de los ciclistas lo hacen sin los chalecos fosforescentes o luces rojas debajo del sillín, indispensables para ser vistos de noche por los conductores de autos que vienen por detrás. Quienes anden así deben ser retirados de la vía por las autoridades, que deberían tener una presencia más nutrida en estas caravanas nocturnas.

El auge del ciclismo necesita estar bien encausado para evitar accidentes y conflictos en las vías, para incrementar la salud pública, y para que sea un placer y no un peligro creciente para los ciclistas.