Editorial: Crisis y oportunidad

Terminaron 26 días de bloqueo de la Panamericana, de sitio a la ciudad de Popayán y de aislamiento del hermano departamento de Nariño con el resto del país; y se logró un consenso entre el movimiento indígena, campesino y popular de la Minga y la comisión del gobierno nacional que estuvo al frente de la negociación, inicialmente de manera tímida e intermitente, y en la última semana, cuando la situación de desabastecimiento se volvió insostenible y la presión de las gentes del Cauca y Nariño llegaba a estados esquizofrénicos, de manera permanente hasta llegar a la construcción del acuerdo que facilitó el despeje de la vía.

Teniendo como telón de fondo la movilización y su manida estrategia de la toma de la arteria internacional que une a Colombia con el sur del continente, debe reconocerse que a pesar de la reiterada posición del Ejecutivo central de no dialogar mientras prevalecieran situaciones de hecho, sustentado en el principio de autoridad, se quebró, demostrándose que era necesario avanzar en la solución de situaciones que venían represadas y que hacían imposible hacer bajar a los de la Minga de su “método” de lucha, el cual siempre, curiosamente, les ha funcionado, a pesar que desde sectores sociales y políticos de la región, en crescendo pedían a gritos el ejercicio de la fuerza para despejar la vía, trayendo a la memoria épocas oscuras de nuestra patria y que marcaron un periodo centrado en la consigna: ¡A tierra arrasada!, hoy cargadas de odio y pensamientos xenofóbicos.

No obstante, existieron amplios sectores de la sociedad civil y de organizaciones sociales del Cauca, de Nariño y del país que al unísono reclamaban del gobierno central una actitud abierta de diálogo y concertación para encontrar una salida negociada; en buena hora el Presidente de la República optó por el diálogo, a través de una Comisión al más alto nivel, e hizo el compromiso de venir al Cauca a refrendar con los indígenas, en su territorio, los acuerdos sellados con la Ministra del Interior, la Directora Nacional de Planeación y otros altos funcionarios del nivel ejecutivo central.

Siendo las cosas así, este bloqueo pasará a la historia y se sumará, como uno más quizá, a los múltiples que han sucedido en esta región en los últimos 25 años. La pregunta que cabe ahora, teniendo de nuevo la libre movilidad y que pareciera todo ya está resuelto, y por lo tanto ya no nos importa la realidad social, política y económica que vive el Cauca, se aprovechará en esta ocasión la situación que padecimos por casi un mes, para transformarla en una brillante oportunidad para avanzar colectivamente en la superación de un sinnúmero de problemas estructurales que, en no pocas veces nos resistimos a ver y dimensionar, tomando la postura cómoda de acomodarnos a las circunstancias, muchas de las cuales se develaron, en forma responsable y descarnada, por los medios de comunicación nacionales, resaltando aquí que no ha habido antes tanta prensa para el Cauca: periódicos, televisión y redes sociales que hicieron un ejercicio serio sobre la crisis presentada, para no caer reiteradamente en este tipo de situaciones, en las que, sin lugar a dudas, perdemos todos.

Como colofón de estos 26 días de aguda crisis social, económica y política, provocada por el bloqueo a la única vía que nos comunica con el norte del país, los caucanos no podemos quedarnos en el estado de polarización que nos dejó la Minga y ponernos a pensar, pero lo más importante actuar, en cómo logramos hacer de esta “nueva crisis” en la mejor oportunidad para transitar definitivamente por la senda del progreso, la productividad, la competitividad y la convivencia, de no hacerlo, nos llevaría a pensar en prepararnos para otra u otras situaciones similares o más dramáticas.