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Fueron cerca de 60 intensos y dramáticos días, pero a la vez fogosos y vivificantes para la educación colombiana, los que se vivieron en el territorio nacional en pro de la Educación Superior Pública, debido a la energía y vitalidad de los estudiantes, al concurso de profesores y trabajadores universitarios, con el decidido compromiso y acompañamiento de sus rectores y un inusitado respaldo ciudadano en todo el país, ante la indolencia y displicencia del actual gobierno nacional, que se paró en la posición de que no había plata para atender el histórico desfinanciamiento que, desde la promulgación de la Ley 30 de 1992, han venido experimentando las Universidades públicas y que ha afectado significativamente su funcionamiento y el cumplimiento de sus objetivos y propósitos misionales.
Hoy, cuando el panorama parece despejarse, gracias al triunfo del diálogo sobre la fuerza, que estuvo presente en las últimas y multitudinarias manifestaciones y que trajeron dolor, rabia y frustración por la aplicación irracional de la fuerza por parte del ESMAD y la presencia de violentos encapuchados infiltrados en las manifestaciones pacíficas, se tiene la esperanza que el Acuerdo logrado, suscrito por el Presidente de la República, sus Ministros de Educación y de Hacienda y Crédito Público y los representante del movimiento universitario, permita a la Educación Superior Pública fortalecerse a través de la ampliación de la cobertura, la pertinencia y la calidad, aspectos nodales del derecho a la educación superior, elementos generadores de equidad, desarrollo, crecimiento y prosperidad para sus gentes, para el país y la región.
Lo que es inconcebible es que se hubiera hecho llegar la situación a extremos, como lo sucedido el jueves pasado – dic. 13 de 2018 – en la capital caucana, día en que se adelantó una nueva movilización estudiantil, en acatamiento a la directriz del movimiento a nivel nacional, ubicando como centro de concentración el sector de Pomona, donde se encuentra el Campus de Tulcán, generándose una fuerte confrontación entre manifestantes y representantes de la policía, trifulca que duró por más de 4 horas, en las que también intervino el ejército, a fin de asegurar dominio de las instalaciones universitarias “tomadas” por los estudiantes.
El colofón de tan delicada situación, de conocimiento público, fue la grave herida al estudiante de música de la Facultad de Artes de la Universidad del Cauca. Esteban Mosquera, quien, a causa de una bomba ensordecedora, presumiblemente lanzada por un agente del Esmad, le afectó dramáticamente su rostro, perdiendo un ojo, un muy alto costo para entender, en la Casa de Nariño, que había que darle una salida decorosa a este movimiento a través del dialogo y la atención a la demanda central del mismo: La asignación de más recursos para la universidad pública, aceptando que a los universitarios les asistía la razón.
Los hechos antes mencionados hubieran podido ser peores, sino hubiera sido por la decidida intervención del Médico José Luis Diago Franco, Rector del Alma Mater Caucana que, junto con el Ing. Oscar Rodrigo Campo, sirvieron de medidores para que las acciones violentas cesaran y se restableciera la normalidad, acción que contó con el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo, funcionarios de la ONU, OEA y Defensores de Derechos Humanos.
Desde este espacio, en correspondencia con el espíritu liberal del periódico, queremos enviar un fuerte abrazo de congratulaciones, por su férrea defensa del Diálogo en todo el movimiento, al Rector de la Universidad del Cauca, dejando en el imaginario universitario y ciudadano su talante de hombre conciliador y de profundos sentimientos humanos, que lo engrandecen como persona y acrisolan el papel de nuestra Alma Mater en los procesos de construcción de convivencia y paz en el territorio. Así mismo, reconocimiento especial para el señor Gobernador del Departamento, quien con su actitud proclive al dialogo para la solución de conflictos, cada día abona y determina a nuestro Cauca como un Territorio de paz. Todos estos esfuerzos marcan un hito: El dialogo siempre se impone.
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