Editorial: ¿Abuso en el pico y placa?

La práctica del pico y placa se implementa cuando en una ciudad comienza a haber más automóviles que vías. Este axioma es evidente en Popayán que definitivamente se quedó relegada en cuando al crecimiento de su malla vial y hoy en día, el déficit de avenidas, circunvalares, trasversales y variantes hacen mella en el tráfico citadino.

El pico y placa tiene objetivos prácticos y filosóficos. Los prácticos e inmediatos son descongestionar las vías mediante una rotación racional de los carros y motos que ruedan por una ciudad. Elementalmente y ante la realidad intangible, este objetivo es plenamente identificable en nuestra capital. Ahora, uno de los principales objetivos filosóficos del pico y placa es promover la equidad. No es equitativo que el Estado, que es de todos, haga vías para que las ocupen automóviles privados, usualmente con una sola persona a bordo, congestionando la movilidad y dañando la calidad de vida de todos los habitantes.

Para que este objetivo filosófico se cumpla, sin embargo, tiene que haber un sistema de transporte masivo de calidad que estimule a los dueños de autos privados a dejarlos en casa y usar el transporte público, descongestionándose así las vías de manera voluntaria al existir una alternativa cómoda y rápida que compita favorablemente con el auto privado. Aquí infortunadamente el ‘cacareado’ Sistema Estratégico de Transporte Público – Sitp – sigue siendo una meta lejana que pareciera no tener interés entre el gremio de los transportadores, que ni siquiera ha sentado bases a corto plazo para generar la creación de las dos empresas que manejarán la flota de vehículos con las que contará el sistema.

Mientras tanto, seguimos sometidos al arcaico sistema de movilidad lleno de buses obsoletos, en mal estado y que además de ser causantes de contaminación, generan permanentemente trastornos a la movilidad citadina.

Popayán tiene una corta historia en sus aplicaciones de la medida de pico y placa, montada por primera vez en la administración de Felipe Fabián Orozco (Q.E.P.D.), cuando se llamaba ‘Pico y orden’ y que restringía por horas el tránsito para determinados números de placa solo en un cuadrante del centro de la ciudad. Posteriormente, los mandatarios que le sucedieron, extendieron la norma para toda la ciudad y con horarios fijos que abarcaban gran parte de día, sistema que permaneció hasta finales del año anterior.




Comienza ahora a mediados de la presente semana, un nuevo sistema que ha generado escozor entre los propietarios de vehículos particulares: la restricción dos veces por semana en un horario que va desde las 5:00 de la mañana a las 10:00 de la noche. Serán 8 días sin uso del automotor al mes.

No se puede negar que el tráfico de la ciudad está colapsado y más cuando la administración municipal anuncia el comienzo de una serie de obras civiles que terminarán afectando el tránsito automotor. Sin embargo creemos que la medida de restringir por tanto tiempo el uso del vehículo particular violenta de alguna forma la libre movilidad a la que se supone tienen derecho también quienes circulan en su propio automotor.

El pico y placa entonces podría mantenerse por un día a la semana para los particulares, en un periodo de tiempo al que ya estaban amoldados los propietarios. Habría que mejor, ampliar la restricción a los automotores de servicio público y desplegar medidas de control al tránsito en las vías donde el parqueo es irrespetado y en cruces de gran congestión vehicular a fin de mejorar en serio la movilidad de la ciudad. Así se podría acercar la administración municipal a ese objetivo filosófico de equidad que busca promover esta medida, que a pesar de lo impopular para muchos es necesaria en nuestra capital.