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No hay nada que produzca más patriotismo en nuestro país, que la Selección Colombia. Lo comprobamos hace menos de un mes en el Mundial de Rusia, pero también lo vemos en cada partido que se juega, sin importar que el mismo sea solamente un amistoso o un encuentro de preparación.
Ese mismo amarillo, azul y rojo de nuestro uniforme, debería de ondearse con orgullo cada año en fechas como la deL 20 de Julio y en la venidera, 7 de agosto, en balcones y terrazas, y aquello también debería de hacernos sentir más colombianos que nunca, aunque una cosa probablemente tenga mayor importancia e historia que la otra. Pero infortunadamente, nada de ellos pasa, ya que el símbolo patrio, al igual que el fervor por los héroes que gestaron nuestra Nación, escasea en las fachadas de la gran mayoría de viviendas de los barrios de nuestra capital caucana. Pero además de todo, ese espíritu se desdibujó. Desde ayer, lamentablemente, primó el descanso laboral, el “puente”, no el rememorar que tenemos una patria, que ella se llama Colombia y que está cumpliendo años.
El libreto de la independencia de Colombia, repetido hasta el cansancio debería obligarnos a ir más allá de lo que nos dicen cartillas y libros empolvados, sin desconocer lo que allí se cuenta. Ayer cumplimos 208 años de libertad, pero aún hay cadenas que nos atan, no necesariamente a una monarquía u otra gran nación, sino cadenas de desesperanza, opresión, corrupción, y otros cientos de males que nos aquejan como país, y que no hemos sido capaces de superar.
No deja de ser importante aquella gesta que cada 20 de julio celebramos con orgullo, y por la que nuestros hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas, marchan con pasión y amor por la patria. Sin embargo, luego de celebrar un bicentenario como república, y de superar infinidad de problemas, conflictos, y diferencias, aún hay verdugos que nos oprimen, que no nos dejan avanzar a pasos agigantados, teniendo las capacidades y las ganas de hacerlo.
Hoy, la reflexión debería apuntar a seguir construyendo aquel camino de una Colombia herida, que, aunque ha superado mil obstáculos, aún le falta dejar atrás los odios, crecer sin envidias, y reconciliarse con los otros, aunque piensen o digan diferente. Ayer, justamente cuando se posesionó el nuevo Congreso de la República, vimos cómo hay cosas que todavía no cambian para bien, y aquellos bandidos de cuello blanco que han desangrado el erario, llegarán a ocupar una curul, sin siquiera poder posesionarse, como es el caso de Aida Merlano.
No es necesario hablar de refundar la patria, ni mucho menos, pero lo que debería movernos, es a pensar en un nuevo país, aun con todo lo bueno que poseemos, y olvidando y castigando moral y socialmente todo aquello que nos avergüenza, olvidándonos de aquellos personajes que nos han hecho mal y quedar mal ante el mundo, y dejarlos en los anaqueles del “no me acuerdo”.
Colombia necesita y requiere con urgencia reconciliación y tolerancia y que se pongan los valores de la patria, por encima de los intereses individuales, políticos, y económicos como hasta ahora ha ocurrido. Basta ya de tanta mezquindad, ¡independencia grita!
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Adenda: A propósito de fechas patrias, es urgente que desde la Administración Municipal se comience con fuerza una campaña para que en las próximas fechas patrias veamos las viviendas de la ciudad adornadas con nuestra bandera tricolor. Asimismo, es imperativo que estas fechas se conviertan en epicentro de la educación de nuestros niños y jóvenes. Inculcarles el fervor patrio hace parte de la formación de personas de bien que siempre piensen en el bienestar general de nuestra Nación.
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