La motocicleta es uno de los vehículos más eficientes del mundo por su bajo consumo de combustible y gran kilometraje por galón y a primera vista sería la panacea para un transporte rápido, barato y poco contaminador. Pesan poco, tienen apenas dos ruedas y “usan” poco pavimento, tanto en espacio ocupado como en superficie desgastada, que es la mitad de la que usa un carro, que pesa muchísimo más y por lo mismo “consume” más pavimento por kilómetro que una motocicleta. En este sentido las motos le convienen al erario. En los caminos rurales, por su parte, la moto es un preciado elemento para el transporte entre las familias campesinas.
Ahora, como punto contrario podemos decir que las motocicletas apenas pueden llevar dos pasajeros con seguridad, aunque de vez en cuando se vean tres y hasta cuatro adultos en una moto, además de niños metidos en sándwich entre dos adultos. Esta irresponsable situación la puede ver uno en cualquier calle de la ciudad sin que medie la autoridad para intentar revertirla.
El hecho de que, las calles de la capital caucana tenga una cantidad indeterminada de motocicletas circulando, en número altamente superior a los automóviles, nos ofrece una perspectiva más clara de lo que ha sido el incremento desbordado de este parque automotor, que comenzó como resultado de los grandes vacíos de cubrimiento que viene dejando el vetusto y arcaico sistema de transporte público, junto a la escasa red vial del municipio payanés que no conecta muchas zonas perimetrales donde se asientan barrios con alta densidad de población.
Así las cosas, la motocicleta se ha convertido de un elemento de transporte personal, a uno de servicio público, el cual se ha rotulado como mototaxismo y que se convirtió en una alternativa para quienes no encuentran empleo; incluso, el alto número de desempleados en nuestra capital caucana que supera el 15% y la informalidad (por encima del 50%) llevaron a que muchos ciudadanos optaran por comprar una moto para hacerla su negocio. El fenómeno se disparó después de la pandemia, debido al alto número de puestos de trabajo que se perdieron.
Según el RUNT, más de 9,6 millones de motocicletas circulan el país, lo que corresponde al 59% de los vehículos registrados en dicha plataforma. Aunque no existen cifras oficiales, las autoridades calculan que cerca de la mitad de las motos se dedican al mototaxismo, que además del transporte de pasajeros incluye a los domiciliarios.
El mototaxismo afecta el transporte público, aumenta la contaminación y congestiona aún más las calles de motos. Desde el comienzo se declaró ilegal y las autoridades han tratado de combatirlo con sanciones que van desde multas hasta la inmovilización del vehículo y la suspensión o cancelación de la licencia de conducción, pero la necesidad de la gentes es mayor y por eso prefieren arriesgarse.
Veremos si el Sistema Estratégico de Transporte Público, Setp, puede reducir el uso de las mototaxis, aguardando también que las autoridades puedan desarrollar un proceso para discernir entre el ciudadano que tiene su motocicleta para su transporte personal y que se apega a la legalidad. De este tipo son muchos en una ciudad donde el caos vehicular congestiona y demorar los recorridos.