Editorial: Todos, a poner en cuestión de movilidad

En los últimos días, las quejas ciudadanas relacionadas con la lenta movilidad por las principales vías de Popayán, crecen sin parar. Y no es para menos. En horas ‘pico’ si usted va en su automóvil o si se mueve en transporte público por la calle 6 (con varios tramos en proceso de rehabilitación), por la Autopista hacia el norte, o por las calles cuarta o quinta en dirección al occidente, pues simplemente se va a sumar a quienes muestran su contrariedad por el pesado tráfico en la capital caucana.

En los cruces más importantes de las avenidas que nombramos, perfectamente usted puede caer en un trancón donde debe esperar más de 20 minutos para atravesarlo. Esto se vive en el cruce del Sena Alto Cauca, en el de la calle 4 con carrera 17 (sobre el puente deprimido) o en el cruce de Bellavista, entre otros. Y ojo, el tránsito por las angostas calles del centro en determinadas horas es caso aparte.

Ante este panorama, es claro el porqué esta problemática es uno de los retos de la actual administración municipal, que busca cambiar el paradigma de movilidad hacia un modelo más sostenible, más adecuados para una ciudad de tamaño medio, contando eso sí, con la urgente puesta en marcha de un sistema estratégico de transporte masivo que tiene un retraso de más de cinco años.

Ahora, tenemos que ser conscientes que la ciudadanía debe apropiarse también de las soluciones en materia de movilidad para minimizar en algo el caos que vivimos por causa de las obras públicas.

Es de reconocer que desde que asumió el cargo, el alcalde de Popayán, César Cristian Gómez Castro, anunció a la ciudad que la cultura ciudadana es un elemento vital en sus planes en pos de darle un cambio a nuestra capital. En sus propuestas, el mandatario local hace un llamado a todos para que desde la calle, comencemos a hacer de la ciudad un mejor sitio para vivir, donde todos compartamos con respeto y tolerancia. Así pues que en cuestión de movilidad todos tenemos que poner, específicamente en lo relacionado con el parqueo ilegal y su consecuente ocupación del espacio público.

El Alcalde tiene razón al poner esta entre las principales preocupaciones de su administración y plantear una posición definida en los primeros días de su gobierno, pues se trata de uno de los problemas más críticos entre los tantos que afronta en los últimos años el tránsito de la ciudad.

En efecto, los conductores que irresponsablemente parquean sus vehículos en las vías e incluso en los andenes de cualquier calle de la capital caucana, no solamente están violando abierta y descaradamente elementales normas de tránsito, sino que están arremetiendo sin la mínima consideración contra los demás ya que con su conducta o crean una innecesaria congestión de tráfico en las vías, o atentan contra la seguridad de los peatones que tienen que lanzarse a las calles al encontrar invadidas las aceras.

A este grave problema se le suman muchos más en la movilidad de la ciudad, como el manejo irresponsable, abusivo y temerario tanto de muchos motociclistas, como de algunos conductores de vehículos particulares y de servicio público; la piratería en toda clase de medios de transporte que hacen más congestionadas y peligrosas las vías; las obras de ingeniería que están en curso y ocasionan cierres en muchos puntos de la ciudad; la falta de equipos y policiales de tránsito que regulen eficazmente el tráfico, etc.

Es, en fin, una situación compleja que requiere todo el conocimiento, la capacidad ejecutiva y la acción urgente de la administración, sin duda, pero que también requiere que la comunidad reaccione y de una vez por todas asuma la responsabilidad que le cabe como conductor y como peatón.

El problema no puede solucionarse únicamente con esporádicas campañas pedagógicas de discutible efectividad o con grandes inversiones en equipos y personal: si la ciudadanía no se apropia también de las soluciones en materia de movilidad, el caos que vivimos por causa de las demoradas obras del Sistema Estratégico de Transporte Público, puede convertirse en un estado permanente de anarquía.