Con el anuncio del presidente Iván Duque de extender la emergencia sanitaria por noventa días más, es decir, hasta el 28 de febrero del año entrante, las celebraciones de final de año tendrán ciertas restricciones, obligadas por la pandemia.
Esta época es el motivo ideal para organizar reuniones en los hogares, con los vecinos, en las empresas. Compartir regalos, alimentos y bebidas es una costumbre que año tras año se volvió más trascendental, estimulada también por el sector comercial que encontró una buena oportunidad para acrecentar las ventas; así que la celebración no es cuestión de un único día, sino que desde el comienzo del mes de diciembre, o incluso antes, se promocionan productos para la temporada, comenzando por la decoración navideña, que no se limita al árbol y al pesebre como antaño, sino que se debe hacer en toda la casa; luego, el día de las velitas y después las novenas son otra invitación al consumo. Además de compartir las viandas navideñas, se incorporaron actividades como las despedidas en las empresas y verbenas en los barrios, para concluir con la celebración de la Nochebuena, fecha en que las familias se reúnen para departir e intercambiar regalos.
Con las nuevas circunstancias, el Ministerio de Salud invitó a los colombianos a celebrar una Navidad diferente. La autoridad sanitaria propone evitar las reuniones familiares y de amigos, utilizar los encuentros virtuales al momento de rezar las novenas; efectuar las compras en línea para no causar aglomeraciones y, si se trata de viajar, guardar las medidas de bioseguridad, como el uso de tapabocas, el distanciamiento físico y el lavado frecuente de manos.
Así las cosas, desde el gobierno nacional se intenta que la pendiente de contagios en este mes de diciembre se dispare hacia arriba porque tal como estaba pronosticado hace meses, resultaba inevitable incurrir en nuestro primer rebrote; y es muy posible que haya al menos un segundo rebrote durante el primer semestre de 2021. Y no podía ser de otra manera si aún no llegamos a los umbrales de protección de la población, bien porque estamos muy lejos de la inmunidad de rebaño, o de tratamientos o vacunación generalizada.
También se esperaba que, para finales de noviembre o principios de diciembre, por el relajamiento ineludible en los cuidados preventivos ya conocidos por todos, y por diversas causas, volveríamos a ver incrementos sensibles en contagios, ingresos a UCI y muertes por Covid-19.
Las medidas que se adoptaron el pasado lunes tanto a nivel nacional como local son justificadas si partimos de las cifras, que no engañan. Hace solo unas semanas nos solazábamos de que la disponibilidad de camas para paciente Covid y no Covid permitían mantenernos sosegados en comparación con lo que ocurría en otras ciudades del país y en buena parte del orbe, singularmente en países desarrollados.
De esta forma y ante las circunstancias que vivimos, debemos adaptarnos a esas tradiciones decembrinas y de fin de año a las que estábamos acostumbrados, por tanto, debemos aceptar que se verán alteradas con las exigencias que impuso la pandemia.
No habrá reuniones en las empresas, ni en los barrios y las otrora celebraciones familiares, con más de 20 o 30 personas concentradas en una casa o un apartamento, no se podrán llevar a cabo. Es posible que muchos indisciplinados se saltarán las normas y pondrán en aprietos a las autoridades que deberán hacer su mejor esfuerzo para impedir que el número de contagiados haga colapsar las Unidades de Cuidados Intensivos de los centros hospitalarios.
Las festividades decembrinas serán la oportunidad para comprobar si los colombianos aprendimos o no acerca del autocuidado, teniendo presente que la autoridad ha expedido nuevas medidas buscando desacelerar los contagios. De nosotros, de cada ciudadano, depende que las próximas no sean más restrictivas.