Editorial: Sobre la afrocolombianidad

oMás allá de recordar la fecha histórica que conmemoramos sin mucha visibilización en nuestra comarca hace un par de semanas, en la que por iniciativa del presidente Juan José Nieto se abolió la esclavitud en el país, el Día Nacional de la Afrocolombianidad hace visible la herencia cultural africana y los nuevos alcances de una memoria de más de cuatro siglos, articulados con procesos de identidades ancestrales en los distintos palenques y espacios donde la resistencia cultural aportó a los caminos de la independencia de la nación.

La fecha trasciende lo simbólico, reivindica los saberes de la tradición africana en Colombia, en el mestizaje de la región y el país, y hace visible el aporte del gran estadista, historiador y escritor Juan José Nieto.

El término afrocolombiano identifica a las personas de raza afro en nuestro país, descendientes tanto de quienes fueron traídos como esclavos de África, como por los colonizadores españoles, que conforman una población que ha pasado buena parte de su vida luchando por el reconocimiento de sus derechos y autonomía.

Si partimos de la base que en estos cuatro siglos la mezcla de razas ha nutrido la rica demografía colombiana, este día también es una oportunidad para intentar entender la historia nacional como la de un país multicultural que no deja de enriquecerse de su diversidad cultural.

Desde este punto de vista, y aunque pudiera parecer contradictorio, el Día de la Afrocolombianidad también se constituye en espacio oportuno para hablar, no solo de los hijos de la africanidad, sino también del complejo étnico del que está compuesto nuestro país. Incluso, de esa discusión no debe excluirse el componente blanco, para el que están abiertas muchas oportunidades que les son negadas a los mestizos, los negros, los indígenas y la población rom, eternizando de esa forma las ideas europeizantes que arribaron con la llegada de Colón.



Aun cuando la búsqueda de la equidad real en los derechos de los afrocolombianos tuvo un giro fundamental con la promulgación en 1991 de la Carta Política, que elevó a rango constitucional el reconocimiento de la diversidad cultural y étnica de la Nación para todos los asuntos políticos, económicos y culturales, aún falta mucho por hacer para sacar de la exclusión y el abandono a miles de compatriotas que viven en áreas conformadas por población mayoritariamente afrodescendiente. De hecho, según el DNP, cerca del 90% de la población afro vive en condiciones alarmantes de miseria, exclusión social, discriminación e injusticia.

En tal sentido, hay que profundizar la aplicación de múltiples normas que regulan mecanismos para la protección de la identidad cultural y de los derechos de las comunidades negras como grupo étnico, y el fomento de su desarrollo económico y social, con el fin de garantizar que logren condiciones reales de igualdad de oportunidades frente al resto de la sociedad colombiana.