La época de la pandemia ha venido develando una serie de situaciones que se vienen presentan en el mundo, es uno de sus efectos globales, nuestro país no es la excepción, muchas de las cuales están asociadas al modelo económico imperante, por lo que es imperativo analizar sin centrarnos, de manera exclusiva, en los aspectos negativos que hoy tiene, porque en su momento representaron avance y desarrollo, lo que permitió la configuración de un sistema financiero mundial, sobre el cual está fundamentado el mencionado modelo que se refleja en todos los órdenes de la sociedad.
Uno de esos aspectos a reflexionar está relacionado con la forma de actuación de nuestro sistema financiero en estos tiempos, su actuar, como el de todos los demás sistemas, entidades, organizaciones, empresas, etc., ante los embates generados por los largos periodos de cuarentena, que conllevaron a una contracción drástica de la economía, fue el de resistir e idear estrategias para enfrentar la crisis.
El gobierno lanzó su salvavidas a los bancos, transfiriendo a ellos grandes cantidades de recursos públicos para soportar, en buena medida, los programas sociales para apoyar a los más vulnerables, así como a las pequeñas y medianas empresas que les permitiera mitigar los embates económicos generados por el Covid -19 y no sucumbir, lo que les permitió a los bancos contar con una importante liquidez, acción acompañada por las decisiones del Banco Central, con el establecimiento de tazas cada vez más bajas, para fondear a bancos y entidades financieras, y de contera ‘favorecer’ a sus clientes y ahorradores.
Ya pasado un tiempo el drama vuelve y aparece para los bancos el tema central: la exigibilidad a sus deudores por los créditos que tenían, entrando éstos en un camino más oscuro que el que se les presentó en los momentos más críticos del Aislamiento Preventivo Obligatorio, quedando claro que el sistema financiero en lugar de responder de manera ética y consecuente con las necesidades de los más amplios sectores de la población, busca “reinventarse” para seguir fortaleciendo la concentración económica y financiera de sus pequeños y exclusivos grupos de inversionistas, a partir de la intermediación con recursos de los clientes o ahorradores, construyendo sobre ellos el elemento justificante para que los gobiernos lancen acciones protectores en épocas como la actual.
Cuando la pandemia inicio fueron muchas las voces que lanzaron afirmaciones tales como: “A partir de este momento el mundo va a cambiar, no va a ser el mismo” o “Lo único que va a lograr que superemos este doloroso camino que nos tocó transitar es la solidaridad”, ya han pasado cerca de ocho meses y lo único que se ve en el panorama del corto y mediano plazo, en eso que se ha dado por llamar la ‘Nueva Normalidad’, es que se viene haciendo más de lo mismo que se venía haciendo antes del Coronavirus.
Aspectos que han llevado a desarrollar una serie de importantes espacios virtuales para reflexionar sobre esa obcecada actitud de no abordar de manera creativa, con profundos criterios sociales, el devenir de nuestras poblaciones, es decir no asumir el tan cacareado cambio para enfrentar en mejores condiciones temas tales como bienestar, crecimiento, equidad y desarrollo centrado en el ser humano y no en la acumulación de riqueza per-sé, que fue lo que develó el Covid-19.
En el marco de la 35 Jornada de Opinión Cooperativa – Identidad y Compromiso-, organizada en días pasados por Ascoop, se presentó una conferencia titulada: “Banca Ética, compromiso con una solución solidaria”, en la que se mostró cómo la Federación Europea de Bancos éticos y Entidades financieras y alternativas, conformada por 28 entidades financieras: Bancos, Cooperativas financieras, Compañías de inversión y fundaciones, localizadas en 15 países europeos, vienen adelantando procesos innovadores de la actividad financiera, muy distinta a la tradicional, en la que las cooperativas y empresas solidarias juegan un papel preponderante en la reactivación económica y en la creación de un nuevo modelo de economía, a partir de la reafirmación de su identidad, naturaleza y compromiso con el desarrollo económico y social sin exclusiones, centrado en la solidaridad y con el objetivo superior de procurar el bienestar colectivo de la sociedad. Esperemos que estos avances, permeen a nuestros gobiernos y potencien el poder de la asociatividad, la cooperación y la solidaridad, para lograr un mejor país más próspero e incluyente.