Editorial: Por favor, quedémonos en casa
La pandemia del Covid-119 avanza en nuestro país con una fuerte campaña institucional en la que se pide a los ciudadanos quedarse en casa durante la cuarentena decretada por el gobierno nacional, junto a otras medidas complementarias de orden local que buscan reducir el contagio del virus. Sin embargo, en las últimas horas se han conocido reportes de ciudadanos que no respetan tales normas. Son imágenes donde se ven aglomeraciones de personas en busca de algún tipo de servicio o de alimentos, lo que pone en riesgo de contagio a cientos de personas, con las consecuencias de esparcir exponencialmente el peligroso virus.
Es incomprensible por ejemplo, que mucha gente, desconociendo el riesgo biológico y sanitario por el que atravesamos, haya tomado el fin de semana con puente incluido como un periodo vacacional de descanso tradicional. Asimismo, no se explica como el parque Caldas se observa atiborrado de gente o como las plazas de mercado permanecen con un tráfico de personas como en cualquier temporada.
Pareciera que de nada haya valido la constante petición de los medios de comunicación a través de todos sus formatos, de los gobiernos nacional, departamental o municipal o de los videos de los secretarios de salud donde se le ruega a los ciudadanos a permanecer dentro de sus viviendas por el periodo de cuarentena estipulado. Sería entonces menester, acudir a la trágica experiencia de Italia o España, donde, en las dos primera semanas después del primer contagio, la gente tomó deportivamente el llamado a protegerse, lo que provocó que el virus tomara fuerza para ocasionar lo que todos ya conocemos: miles de muertes, cientos de miles de contagiados y un sistema de salud colapsado sin contar la gravísima recesión económica que ya está afectando en general a Europa y al mundo entero.
Por favor ciudadanía, los hechos obligan a quedarnos en casa, y hoy el acto más heroico que podemos hacer como ciudadanos es quedarnos quietos, conscientes de que cada salida a la calle, víctimas de la necesidad de libertad o de la falsa creencia de que todo le pasa a los demás menos a nosotros mismos, es un acto de fomento a que este contagio crezca y alcance las magnitudes de desastre que son evidentes en otros países.
Estas situaciones, donde se pone a prueba la esencia misma del ser humano, hacen también que fluyan los sentimientos de grandeza. La solidaridad de todos, la necesidad de proteger a los más necesitados, el estar por encima de cualquier rivalidad para trabajar juntos en pro de salir adelante han sido la constante de las últimas horas.
La idea básica es que cada familia entienda desde ahora que el confinamiento será una prueba de fuego para sus relaciones interpersonales y solo mediante una acción consciente y una perspectiva paciente, sincera y amorosa podrán afrontar los días y semanas que nos esperan, sin mayores sinsabores.
La salud mental de todos también se pondrá a prueba ante esta convivencia intensa, en la que, además, se vive el estrés por la amenaza misma del virus. Tranquilidad, comprensión y protección es lo que debemos procurar en cada una de nuestras casas para salvaguardar la salud física y mental, y también la unidad familiar en esta contingencia.
Y a los ciudadanos es el tiempo de la calma, de recuperar tantos espacios en familia perdidos en el correr frenético de los días, de cuidarnos entre todos y de encontrar de nuevo en la convivencia el valor de lo básico, de la esencia de existir.
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