El suceso donde dos caninos de raza ‘pitbull’ fueron baleados (uno de ellos murió) por miembros de la Policía Metropolitana en hechos que aún son confusos -y merecen ser aclarados del todo-, debe generar, además de la polémica en favor y en contra de animalistas y no animalistas, conciencia ciudadana acerca de la tenencia, adiestramiento y manejo de los canes identificados como potencialmente peligrosos.
No queremos para este caso, profundizar en los juicios de valor sobre la actuación, tanto de los uniformados como de los propietarios de los dos perros afectados. En tal sentido, ya son muchas las versiones encontradas, que solo despiertan odios entre quienes creen que una u otra parte actuaron con dolo o malintencionadamente. Tampoco ‘satanizaremos’ a las llamadas razas potencialmente peligrosas, porque somos convencidos que un perro adulto termina convirtiéndose en el reflejo del ser humano que lo cría y educa. En el fondo de este escrito editorial, lo que pretendemos es marcar la importancia sobre las normas básicas relacionadas en la tenencia de un canino.
Sobre el particular, es menester reconocer que la principal falla de muchos propietarios es no sujetar a sus perros con una correa cuando se encuentran en vías públicas. También pecan al olvidar poner el bozal a la mascota y no llevar consigo el permiso de la tenencia del perro. Todas estas acciones hacen parte de una normatividad nacional remarcada en la Ley 746 de 2002 y en una serie de decretos y acuerdos municipales. Recordemos pues, que esta legislación se creó con el objetivo de regular la tenencia de ejemplares caninos en las zonas urbanas y rurales del territorio nacional, con el fin de proteger la integridad de las personas, la salubridad pública y el bienestar del propio animal.
El problema no es nuevo. Sin embargo, y lamentablemente, la sociedad en general -y las autoridades en particular- no parecen tomar conciencia de la situación. Y para la muestra, el incidente del pasado miércoles, al que le podríamos agregar otros ocurridos muchos más atrás en el tiempo, que reflejan la inconsciencia de quienes deciden adoptar perros de ese talante.
El problema no es sencillo de abordar. Básicamente, porque mucha gente tiende a “humanizar” a los animales, olvidando que más allá de la crianza que se les brinde o las condiciones en que se encuentren, mantendrán su instinto latente.
Creemos pues, que gran responsabilidad recae en los criadores, que no siempre actúan con la responsabilidad necesaria. Frente a la posibilidad de una venta, en muchas ocasiones no brindan al comprador información imprescindible sobre la crianza y control de los animales. De hecho, el Pitbull es considerada una “raza de pelea”, lo que lo torna aún más peligroso que aquellos perros que pertenecen a las denominadas “razas de guardia”.
Y en ese orden de días, también cae una gran responsabilidad a quien adopta. Muchos, por razones absurdas como moda, o vanidad, crían a sus perros con agresividad, los obligan a ejercitarse en extremo y les causan estrés permanente. El resultado, un animal violento que genera miedo cuando avanza desafiante junto a su amo por cualquier calle o parque de la ciudad.
Para este tipo de situaciones no generalizamos. Somos conscientes que son muchos los ciudadanos que crían a sus perros (cualquiera sea su raza) como verdaderas mascotas falderas, llenas de amor y respeto. Pero eso no significa que la ley deba ser violada.
Llegamos entonces a otra causa de esta problemática y es la falta de autoridad local. Y es que no es entendible, ¿cómo teniendo una legislación de tipo nacional tan clara, específica y contundente, los organismos municipales no actúen de forma preventiva para contrarrestar el potencial peligro de las mascotas? ¿Por qué no escuchamos ni sabemos nada sobre campañas educativas en parques y zonas comunes, en donde personal policial y de las secretarías de Gobierno y de Salud socialicen todas estas normas básicas sobre tenencia de perros?; ¿cuándo vamos a conocer sobre algún tipo de sanción o comparendo para quien no atiende la normatividad específica sobre la tenencia de canes potencialmente peligrosos?
Ahora, en ese mismo sentido, sería pertinente que los policías recibieran capacitación para saber actuar en casos donde se involucren animales. De esta forma podrían tener más cuidado para en lo posible, no verse expuestos a un eventual ataque, sea la raza de perro que sea.
Pero en general hacemos un llamado a la tolerancia, la prudencia, el respeto y el acatamiento de las normas. Esa sería la primera regla preventiva para no llegar a esos extremos que no benefician a nadie.
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