Nos encontramos a pocos días de terminar el 2020 y, en correspondencia con un elemento que hace parte de nuestra cultura: hacer un adecuado balance del año, registramos los aspectos más relevantes que se presentaron en un año bastante difícil, por la aparición del Covid-19, que produjo una pandemia con las consecuencias que hoy vivimos a nivel local, regional y global, cuestión que jamás se pensó que podía suceder, por lo que nunca estuvimos preparados para enfrentar una situación de tal magnitud.
Podemos decir que la humanidad ha estado en un proceso forzado de aprendizaje y adaptación a la nueva realidad, desde hace un año, cuando el coronavirus aparece en Wuhan, provincia de China, siendo cada vez más conscientes, desde distintas concepciones ideológicas y políticas, de situaciones críticas que, a pesar de existir muchas de ellas antes de esta crisis sanitaria mundial, adquirieron mayor visibilidad, lo que permitió, en el momento inicial, caracterizado por el desconcierto y la desesperación, que se desempolvara el concepto de solidaridad, más allá de la caridad, en una sociedad cada vez más individualista e insolidaria, para poder hacerle frente a dos temas centrales: La diezmada Infraestructura y tecnología hospitalarias, reflejada en un marcado déficit de Unidades de Cuidados Intensivos – UCI y recurso humano especializado para la atención de cada vez más contagiados. Y la aguda crisis económica, derivada de las políticas de aislamiento social obligatorio, que derivó en cierre de pequeñas y medianas empresas, a pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno nacional a través de varias políticas de alivios, subsidios, prestamos, etc. generándose una de las tasas de desempleo más alta que se haya registrado en nuestra historia.
La tensión existente entre los aspectos asociados a la salud y los relacionados con la recesión económica, llevó a que, por un lado, el país se equipara de un número importante de UCI y por el otro generar un plan de reactivación económica, que pasaba inexorablemente por el levantamiento gradual del aislamiento social obligatorio, dejando en las autoridades locales y estos en los ciudadanos a mantener las medidas de bioseguridad para evitar el crecimiento de contagios y a su vez asegurar el funcionamiento de las actividades económicas.
En esta tensión, tenemos que hacer un justo reconocimiento al personal médico y de enfermería, por su lucha frontal contra el coronavirus, muchos de los cuales entregaron sus vidas por salvar otras vidas. En contraste a esta loable actitud, debemos de registrar con dolor la falta de conciencia de muchos ciudadanos sobre el autocuidado y la protección, así como de algunos gobernantes que usufructuaron la tragedia para delinquir, particularmente en la entrega de mercados a las poblaciones más vulnerables al inicio de la pandemia, hoy varios hechos de esta naturaleza son materia de investigación por los organismos de control del estado, con una sociedad habida de resultados.
La pandemia permitió que la sociedad colombiana mirara hacia el sector rural, sector históricamente olvidado, ya que nunca dejo desprotegidas las grandes ciudades y centros urbanos de alimentos, mostrando su pujanza y compromiso, así como actor importante en los procesos de reactivación económica, sin afectar los niveles de salud de los productores Papel importante el que jugó el sector cafetero caucano, que mediante el Programa: Cosecha Segura, desarrollado entre la Gobernación del Cauca y el Comité Departamental de Cafeteros, contribuyó a que la economía del país recibiera cerca de 8.7 billones de pesos, gracias a una producción cercana a los 14 millones de sacos de café pergamino seco, de los cuales se exportaron cerca de 12.7 millones de sacos, lo que le ha valido importantes reconocimientos a nivel nacional y en consecuencia el logro de mayores niveles de fortalecimiento gremial en el sector agropecuario del país.
Estamos entrando a un rebrote o en una segunda ola de contagios que exige de todos: Gobiernos, ciudadanos y empresas a aprender de lo que hasta ahora se ha hecho a fin de no volver a cometer los mismos errores, así como afianzar los aspectos positivos que se han adelantado para que se vayan incorporando en nuestra cultura, con la certeza de que saldremos de esto con mayor vigor y entereza, pensando siempre en el bien común.