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Desde el principio de los diálogos entre Gobierno y Farc, se sabía que, aunque se firmara la paz, y se llegaran a los consensos que se han llegado, la violencia en Colombia no se iba a desaparecer de la noche a la mañana. Primero, porque ese grupo no era el único actor del conflicto en el país, sumándole que existen bandas criminales, paramilitares, Eln, Epl, y delincuencia común, y segundo porque como es normal, pese a todas las concesiones entregadas por el Gobierno, y las facilidades para reintegrarse a la vida civil, era de esperarse que hubiese algún combatiente que no quisiera deponer sus armas y cambiar su estilo de vida.
Aunque finalmente las Farc se desarmaron, y una buena cantidad de exguerrilleros se han acogido a los procesos de reinserción, como era de esperarse algunos de sus hombres, quienes evidentemente perdieron o nunca tuvieron ningún rumbo ideológico, se han encargado de librar una nueva guerra, por el control del narcotráfico y las actividades delictivas.
La violencia de nunca acabar, ha mezclado actores, causas, motivos y ha fortalecido al Eln, al punto de ponerlo como ‘primera guerrilla’ y principales responsables junto a los reductos de las Farc, de cometer actos de terror, como el ocurrido recientemente en contra de tres agentes del CTI de la Fiscalía, quienes fueron vilmente asesinados por hombres del llamado frente ‘Oliver Sinisterra’ comandado por alias ‘Guacho’.
De acuerdo con las necropsias, los agentes murieron por causa de proyectil de arma de fuego, y luego sus cuerpos fueron incinerados, en la carretera que conduce de Tumaco a Pasto, camino fronterizo con Ecuador, país, de donde es oriundo justamente el exguerrillero y hoy nuevo líder del terror. Hasta el momento 14 personas han sido capturadas como presuntos responsables de los asesinatos de los investigadores del CTI, pero el tal ‘Guacho’ sigue campante ordenando acciones delictivas.
Según las autoridades se han capturado a los hombres de confianza, al líder de escolta, al cuñado, al amigo, pero nada que se puede dar con el paradero de quien hoy tiene en jaque la seguridad de esa zona del país, no solo por los crímenes ordenados, sino por los enfrentamientos con otro tipo de grupos armados.
Hoy por hoy, capturar o dar de baja al oscuro personaje, debe ser tarea prioritaria de todas las fuerzas del Estado, y principalmente del nuevo Gobierno. Justamente los acuerdos de paz, aún con todas las críticas y desaciertos que pudieron haber tenido, se firmaron para que el que quisiera someterse y tener una segunda oportunidad lo hiciera, pero también para que en caso de que algunos quisieran seguir delinquiendo, pudieran ser enfrentados con todo el peso de la ley, sin contemplación, tal y como se ha hecho en el pasado.
Además de lamentar y repudiar esas tres nuevas muertes, conminamos a las autoridades a dar con el paradero de ese sujeto, y enfrentarlo con contundencia, pues para ello se supone que tenemos cómo y con qué hacerlo.
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