Mientras el coronavirus nos mantiene en cifras preocupantes, comienza a oírse, tanto de parte de entidades nacionales como departamentales, sobre la posibilidad de nuevos confinamientos para contener lo que en algunas partes del país ya comienza a sentirse como una segunda ola o rebrote de la pandemia y evitar que se copen nuevamente las UCI, especialmente en las grandes ciudades.
Al tiempo con estos anuncios, en Popayán se ha detectado que el Covid-19 ha aumentado el comercio informal y, por ende, la presencia de personas en las calles, especialmente las del centro de la ciudad, lo que preocupa por el previsible aumento del contagio en las próximas semanas, conocidas como las de ‘temporada de fin de año’, pero que también son evidencia del impacto negativo que ha tenido la pandemia en la economía de las familias más pobres.
La presencia de cientos de personas en zonas comerciales del centro, en plazas de mercado, centros comerciales, entre otros puntos de alto movimiento ciudadano (la zona donde se ubican las edificaciones de salud por ejemplo), suele motivar acciones de choque de parte de las autoridades, presionadas por la opinión y el comercio legal que, claramente, se resiente por la informalidad, pero, por esa vía llegamos siempre a la dinámica de la persecución cuerpo a cuerpo a los ambulantes, que siempre regresan a los lugares de donde son repelidos, mientras la causa del fenómeno permanece intacta.
Hablamos del problema sistémico de la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades para unas capas sociales que finalmente encuentran en la calle las últimas opciones de sobrevivencia.
Hoy tenemos un comercio informal crecido como consecuencia de los confinamientos del primer semestre del año, pero el descuido de la mayoría de las personas y la posibilidad de que en noviembre y diciembre, como ha pasado siempre, el problema de la informalidad se multiplique, nos pone ante la posibilidad de nuevos cierres a finales de este año y comienzos del otro, que golpearán otra vez la economía de la ciudad y el departamento. Si no se procede con diligencia y acierto en las próximas semanas, lo más probables es que pronto hayamos cerrado un círculo fatal de interrelación entre unos confinamientos que nos empobrecen y una pandemia que nos mata.