La situación que vivimos, a consecuencia del rebrote de contagios del Covid-19 y la aparición de una nueva cepa del virus en el Reino Unido, aspecto común en estos casos, ha permitido develar falencias del modelo imperante en el mundo y en particular en Colombia en el campo de la salud, las cuales, en buena parte han estado asociadas al fortalecimiento de infraestructura hospitalaria: dotación de UCI, las que se requieren en el momento crítico del paciente contagiado, así como la acelerada formación de talento humano para su adecuada utilización, en el marco de cada uno de los estados y gobiernos. Unos, como el nuestro, por el atraso que traía, ha tenido que hacer cuantiosas inversiones en las primeras, mas poco en las segundas, ya que hay Unidades pero, en no pocos casos, falta profesional especializado e insumos para su operación, lo que agudiza el problema; se vendió la idea, por parte de nuestros gobernantes, que con las inversiones realizadas y disciplina social de la gente todo estaría resuelto, pero, las cifras que hoy reporta el Ministerio de Salud, hacen que la situación sea cada vez más compleja.
Las medidas de bioseguridad que, curiosamente no tienen costo alguno, se han utilizado por años en este tipo de situaciones: lavado de manos, uso de tapabocas y distancia social, no han tenido eco, pues nuestro sistema de salud está centrado en los procesos de curación y no de prevención, a pesar de la sustentación científica de las mismas, esto debido a que la salud está circunscrita en un modelo económico de oferta y demanda que busca en esencia la rentabilidad económica, supuestamente condición sin ecua non para garantizar los bienes y servicios públicos que la humanidad debe proveerse para asegurar su subsistencia, constituyéndose en una causa de los problemas que hoy tenemos por cuenta del Covid-19. En la lógica que nos pusieron los gobiernos entre salud y recuperación económica, perdió la primera, de ahí la premura de volver a imponer cuarentenas drásticas en países altamente desarrollados, porque a pesar de los avances en número de UCI, hay una saturación de las mismas; en esta misma dirección esteremos transitando nosotros también.
Paralelo a todo este escenario, gobiernos, desde los más escépticos de la gravedad de la pandemia, como Estados Unidos y Brasil, fuertes sostenes del modelo antes descrito, han llevado a sus respectivos países a estar en la cima de contagios y muertes, vendiendo a sus pueblos ‘verdades’ que propenden por el reforzamiento de sus posturas políticas, a costa de la salud de sus pueblos, como la manida posición de Donald Trump de que el virus era una estrategia de China para atacar a Estados Unidos, desatendiendo e incluso desautorizando a la comunidad científica de su país y del mundo.
Comunidad científica que, junto con el personal médico, que ha estado en todas las latitudes y continentes, al frente del manejo real de la pandemia en cada uno de sus países, a costos muy altos como la muerte de un número muy apreciable de ellos a causa de haber sido contagiados por sus mismos pacientes, no se detuvo y con un esfuerzo descomunal, desde que China descubrió y liberó el ‘cifrado’ que caracteriza este virus, entró sin reparo alguno y sin celos de ninguna naturaleza a inventar la vacuna, la que para fortuna de la humanidad se pudo realizar, en tan corto tiempo, en varios países con fortalezas en el campo científico, con porcentajes de efectividad bastante altos, lo que la hace confiable, pero que a fuerza de preconceptos y estigmatizaciones sobre sus verdaderos resultados, se lanzan todo tipo de dudas, lo cual hará mucho más difícil el proceso de inmunización ante tan letal virus.
Ahora, por efectos de los gobiernos viene una nueva tensión, la cual está asociada a la adquisición, distribución de la vacuna y el proceso de vacunación, lo que ha estado mediado por falsas noticias o noticias a medias, para quedar bien el gobernante, sobre cada uno de estos procesos para que el propósito de los científicos: inmunizar al ser humano contra el Covid-19 se cumpla lo antes posible y no que cada uno de ellos sufra el doloroso camino de la acción política en cada país y entre países mismos, en la geopolítica mundial. Hay que aprender de los científicos, son más prácticos y contundentes.