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Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, dos tenistas vallecaucanos, alcanzaron el logro más importante del tenis colombiano en toda su historia, imponiéndose en la gran final de los dobles masculinos de Wimbledon. Para quienes pocos conocen de este, el denominado deporte blanco, ese torneo se realiza en Londres, la Catedral del tenis mundial.
Esto para significarles que el logro de esta dupla tiene gran resonancia mundial. Primero, por tratarse de un deporte con miles de practicantes en el mundo y con gran atención mediática; y segundo, porque si bien es cierto se trata del octavo título de las raquetas colombianas, los catapultó a la élite mundial de este deporte, a donde sólo se llega con disciplina, mucho esfuerzo, concentración, apoyo familiar y mucha determinación.
Farah y Cabal se conocen y juegan juntos desde niños. Superaron muchos obstáculos y hoy tienen su recompensa: alcanzaron el primer lugar del ranking mundial de la ATP como pareja, sitial que ningún colombiano había ocupado en la historia.
Hay que entender entonces, que lo hecho por Farah y Cabal no es una cuestión de suerte, ni producto de la inspiración de un momento, sino el resultado de décadas de preparación con el respaldo de la empresa privada que les ha garantizado las mejores condiciones posibles para la práctica del tenis. Lo mismo ha ocurrido con deportistas de la talla de Caterine Ibargüen o nuestros ciclistas que, patrocinados por empresas poderosas, han alcanzado también triunfos resonantes en el campo internacional.
A pesar de su importancia como formador de personas, el deporte en Colombia ha sido siempre despreciado y sus practicantes, en su inmensa mayoría, no pasan de ser esforzados enamorados de su disciplina. Por todo esto es que hoy lo que se espera es que el Ministerio del Deporte gane mucha mayor importancia al interior del Gobierno Nacional, haga valer sus necesidades, trace planes y estrategias a corto, mediano y largo plazo, tanto en el campo puramente competitivo, como en el recreativo y en el de formación integral, especialmente en colegios y universidades.
Ahora esperemos a que Egan o Nairo, los mejor ubicados en el Tour de Francia, logren podio y por qué no título en esa, la más exigente competencia del ciclismo mundial para seguir pensando y soñando que vale la pena haber nacido en esta tierra diversa.
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