En un comentario editorial el pasado 6 de febrero, dijimos que no había que enfocarse hacia otras regiones para notar que en nuestro departamento había preocupantes índices de malnutrición y desnutrición. En ese escrito, pusimos ejemplos puntuales que evidenciaban esa sensación, de la que muy poco se habla a nivel gubernamental en nuestro Cauca. Igualmente, dijimos que las estadísticas oficiales poco ayudaban a que esta problemática se volviera más visible, ya que no es muy honroso para un secretario o un funcionario aceptar que en muchas regiones caucanas hay hambre.
Pues bien, El Nuevo Liberal en su edición del pasado domingo se dio a la tarea de indagar sobre esas cifras, encontrando que a pesar de la confianza o no en ellas, existe un registro preocupante sobre mortalidad infantil, el cual, según el Instituto Nacional de Salud, INS, es cercano a los 10.000 niños y niñas menores de 5 años por causas prevenibles. De esas muertes evitables, por lo menos el 30 por ciento ocurre en niñas y niños con desnutrición.
Para el Cauca, los fríos números entregados por el INS, dan cuenta de siete muertes por desnutrición en el 2015. Según el último informe, el año pasado en el municipio de Suárez, en el mes de septiembre, murió un niño por desnutrición infantil. El mismo drama ocurrió en el mes de febrero en Buenos Aires y así mismo en Páez. En el mes de junio ocurrió en Almaguer. En el caso del municipio de Guapi, el más grave, el reporte indica que fueron tres los niños que murieron en el 2015 por causa de desnutrición. Pero como lo dijimos, son solo números, que aunque evidencian la problemática en diversas comunidades caucanas, no representan el drama en otras tantas (incluyendo zonas deprimidas en la misma capital del Departamento), donde a duras penas las familias sobreviven económicamente con lo mínimo.
Ante esta realidad, es triste conocer respuestas gubernamentales que intentan minimizar esta cruda realidad. Desde la secretaría de Salud Departamental se le dijo a El Nuevo Liberal que los siete casos en mención deben ser corroborados. “Hay que indagar acerca de las causas de estos fallecimientos (…) examinar si se debieron a desnutrición propiamente dicha o a enfermedades asociadas a la desnutrición”.
En cuanto al Icbf, su respuesta fue más cómoda y preocupante. Para ellos, en el Cauca no se han presentado en el último año, muertes por desnutrición infantil. Y justificaron su respuesta asegurando que “… manejan cifras desde sus propios programas de recuperación nutricional con enfoque comunitario, que es un trabajo realizado con las familias y los organismos de salud…”.
Pero más allá de las cifras, es claro que en el Cauca la desnutrición infantil existe y es una realidad que no podemos negar. Este es un fenómeno social que va de la mano de la pobreza y que afecta a personas de todas las edades, pero los niños menores de 5 años son los más vulnerables.
¿Qué hacer frente a esto: negar el problema o enfrentarlo? Enfrentarlo es controlar a los niños pobres y complementar su alimentación, algo que se contrarresta, mejorando los programas de alimentación escolar o robusteciendo los subsidios estatales; exige servicios de salud especializados, además de otros servicios como agua potable, sistemas de alcantarillado funcionales, educación de las madres y otras medidas de corte social y asistencialista. Pero en cambio, negarlo, maquillarlo o minimizarlo no es la vía, solo lo empeoraría.
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