En medio de las tribulaciones políticas que envuelven a nuestra capital, una noticia le brinda un pequeño empujón a la esperanza hacia un futuro algo menos complicado. Como cada fin de mes, el Dane proporcionó las estadísticas sobre el desempleo en el país, donde Popayán por fin frenó esa tendencia al alza que venía registrando desde finales del 2016. En el presente trimestre, la medición indica que el desempleo en nuestra capital disminuyó casi un punto, pasando de 14.2% a 13.3%.
Ojalá pues se comience una tendencia a la baja en el ítem del desempleo para que a corto plazo no tengamos que estar hablando de una notica repetida, como si hubiese sido emitida hace más de un año, como una simple y cruda realidad que se repite y se repite mes a mes. Se debe entonces aceptar y enfrentar como es un mal endémico que sufre la capital caucana, una preocupante medición que afecta las bases de la endeble economía local, en la que el llamado sector productivo brilla por su ausencia y donde la informalidad cabalga abiertamente, ocultando –para fortuna del Dane y de los gobiernos (municipal, departamental, nacional)– las reales cifras relacionadas con la empleabilidad de la gente en nuestra capital. Es de anotar que el subempleo en Popayán supera fácilmente el 30 por ciento.
No tendríamos aquí espacio suficiente para entrar a fondo en la discusión sobre esas causas estructurales y coyunturales que refieren funcionarios, expertos y analíticos del tema, pero sí creemos (seguimos insistiendo) que la situación amerita un verdadero plan de choque, que sigue sin planearse, porque lo que advertimos son esfuerzos aislados, con un buen sesgo de celo político o protagónico de diversos sectores de la ciudad. Así, ningún esfuerzo tendrá efectos importantes y de largo aliento.
El cuestionamiento es, ¿Qué se está haciendo puntualmente para tratar de revertir esa repetitiva estadística? Una pregunta que llevamos haciéndola en varios de estos editoriales y que aún no tiene respuesta efectiva de parte del sector gubernamental.
No podemos asumir que el informe del Dane se convierta en algo así como la repetición de la repetidera, la queja trimestral. Este debe ser un tema de primer orden en la agenda de nuestros dirigentes, pero sin politiquería, sin acomodos. Y para que eso sea así, se requiere franqueza, que la discusión sobre la mesa y la formulación de estrategias cuente con muchos actores, que convoque diversos conocimientos, desde el empresario, el profesional y experto y el mismo líder comunitario.
El futuro no permite abrigar un escenario optimista pero la solución o, al menos, la mitigación de sombría premoniciones en cuanto al tema del desempleo, solo se logra mediante la actuación eficiente de los diferentes sectores económicos y sociales y una presencia coordinada de los entes gubernamentales para facilitar la inversión, eliminar las trabas que impiden el accionar empresarial y una acción decidida en la solidificación de una estructura confiable de servicios públicos.
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