La nueva polémica citadina corre por cuenta del cambio de estructura social de la escuela Laura Valencia, ubicada en el Barrio Valencia, en la periferia del Centro Histórico de nuestra capital. Otrora, esta edificación fue un templo del saber, un punto pilar en la educación de muchos payanes, la cual, a causa del abandono estatal se convertirá en pocos días en una cárcel. Sí, así como lo leer, este edificio se convertirá de centro educativo a centro reclusorio.
Para recordar tenemos que decir que la escuela fue constituida como tal en 1983 y tomó el nombre Laura Valencia porque esta familia donó el terreno con el propósito de que fuera usado como centro educativo. Sin embargo, en el 2016, por decisión de secretaría de Educación municipal, a raíz de unos daños en la estructura, los estudiantes fueron trasladados a la sede del Instituto Técnico Industrial.
El proyecto de cambiarle el uso de suelo a este predio, viene desde aquella época cuando, casi de forma conveniente, se estimó que dicha edificación tenía problemas estructurales que eran un peligro para quienes interactuaran en ella. Pasaron los años, la escuela entró en el olvido pero la intención de poner un centro transitorio de reclusión siguió avanzando, a tal grado que el Estado no puso trabas para garantizar la readecuación del predio, al que le sacaron pupitres, tableros, sillas, escritorios y mobiliario educativo para ingresarle barrotes, cámaras de seguridad, puertas resistentes y un reforzamiento de la estructura, no para educar a los niños, sino para encerrar a ciudadanos que de una u otra forma se ven inmersos en violaciones a la ley.
Los motivos que se esgrimen para este abrupto cambio, pasan por la crisis de hacinamiento en las carceletas de la URI y de las estaciones de policía, atiborradas de personas que esperan que la justicia, en un primer paso, les defina si deben ir a un penal del Inpec o volver a las calles. Entonces, las autoridades municipales tomaron la salida más fácil, poner una cárcel en pleno centro de Popayán, aprovechándose del olvido en que había caído el centro educativo.
Atrás quedaron otros proyectos paralelos con los que se pretendía enfrentar el hacinamiento de carceletas. Recordamos el propuesto por la anterior administración municipal, el cual tenía pretendía usar las instalaciones de la antigua estación de Policía del barrio Alfonso López, iniciativa que fue abortada debido a la presión de la comunidad del sector que argumentaban que en el sector se incrementaría la inseguridad ciudadana.
Es una lástima que nuestros administradores gubernamentales acojan un cambio tan lamentable de un edificio que, luego de ser recuperado, pudo mantener un servicio comunitario pensado en la formación de niños y jóvenes. En nota publicada el 28 de enero de 2017, esa era una de las sugerencias de parte de la comunidad, la cual pedía que la escuela pasara a ser una biblioteca o un gimnasio público para beneficio del barrio que la contiene y de la ciudadanía en general. Pero todos estos llamados ciudadanos quedaron atrás y al final se optó oficialmente por instalar un centro carcelario transitorio (términos que perfuman a la palabra cárcel), el cual, entre otras cosas relacionadas con la seguridad citadina y la vocación comercial y residencial de la zona, estará ubicado en una área de mucho tránsito citadino y vehicular incrustado en la periferia del hermoso Centro Histórico de Popayán, punto de reconocimiento de parte de turistas nacionales e internacionales.