Editorial: Centro Histórico, a defenderlo

Perdimos la cuenta de todas las veces que hemos dicho aquí que nuestro Centro Histórico, declarado Monumento Nacional por la Ley 163 del 30 de julio de 1959, el Decreto Reglamentario 264 de 1963 y la Ley 1185 de 2008, es la mejor imagen de nuestra capital caucana, el imán que atrae a los turistas, y por lo mismo, el dinamizador de la economía de la ciudad, lo que nos obliga a todos a defenderlo de los muchos abusos que se cometen en él, que cada día son peores.

Caso puntual cotidiano: la poca atención que le prestamos a la periferia de nuestro Centro Histórico, en especial al que circunda el Puente del Humilladero. Áreas desaseadas, con basuras en diversos puntos, malos olores, habitantes de calle por doquier, prostitución callejera, drogas, inseguridad, e invasión de espacio público, sumado al mal estado de acercas y caminos para peatones, por el que caminar es dificultoso; en fin, es cada vez más una tierra de nadie y las autoridades, tanto civiles como policiales, aunque lo intentan, simplemente no pueden retomar control absoluto de la zona.

Para destacar la labor de la Alcaldía de Popayán que ha venido organizando campañas de limpieza donde involucra a los ciudadanos. Ese tipo de acciones son ‘flor de un día’, por lo deben planearse continuamente y coordinadas por un equipo especializado de la empresa Serviaseo, a la cual los ciudadanos le pagamos cumplidamente por sus servicios, uno de los cuales incluye el mantenimiento de zonas públicas.

Asimismo, estamos pendientes del proyecto de intervención de la plaza de mercado del barrio Bolívar que pretende darle un vuelco a la infraestructura, tanto física como social de este punto de la ciudad, muy relacionado por su cercanía, con nuestro bello Centro Histórico.

Ahondando en este tema de suma importancia para todos quienes residimos en Popayán, debemos ser claros en el peligro que representa el que el Centro Histórico siga degenerándose y abriendo graves brechas al desarrollo económico y social de la comarca. En este sentido, hacemos alusión a la parte visual, donde de a poco, comienzan a reñir el perfil de construcciones contemporáneas con las históricas y tradicionales. Es aquí donde debemos estar vigilantes de las directrices y gestión frente al tema de planeación y responsabilidad institucional y social para custodiar y articular acciones y estrategias  tendientes a la conservación del patrimonio.

Asimismo, sería clave incluir a los ciudadanos en dicho proceso de protección arquitectónica y por ellos, retomamos la disertación de nuestra columnista Maritza Zabala, quien dijo en una de sus columnas, que “… Las ciudades que tienen tanta historia como Popayán, deben ser vistas como nodos vitales de cohesión social, gracias a su carácter único en el que sus habitantes, turistas y visitantes, puedan vivir y disfrutar de todo aquello que sólo esta ciudad tiene. Para lo cual se requieren acciones pedagógicas, didácticas y lúdicas que logren hacer el link entre lo que tiene la ciudad y sus gentes, sus ciudadanos, para que cada uno conozca el patrimonio de la ciudad y la historia tras de él, para que así aterrice e interiorice el valor del lugar que habita.

Es por ello que los programas de concientización  ciudadana deben propender por la defensa de este patrimonio histórico y cultural y referente turístico, nacional e internacional”.

Así pues que hay que hacer sinergia desde todos los estamentos de nuestra ciudad para defender el perímetro histórico payanés, cuya arquitectura tradicional de blancas fachadas, balcones en serie, tejas de barro, templos religiosos coloniales y casonas grandes lo convierten en uno de los espacios históricos mejor conservador del país. Y así queremos que siga viéndose.