Editorial: ¿Alguien quiere pensar en los niños?

Un preocupante y vergonzoso ranking para los colombianos fue publicado recientemente por la organización internacional Save The Children. Según la medición realizada entre más de 150 países del mundo, Colombia es el cuarto de ellos en donde más se asesinan niños.

El resultado del informe, revela además algunas causas de los infanticidios, entre ellas, la violencia intrafamiliar y el conflicto armado, el cual ha dejado más pequeños muertos que en algunas naciones africanas y del medio oriente. Según esta ONG, diariamente 200 niños son asesinados en el mundo, dos de dichos homicidios, ocurren en nuestro país. Por encima de Colombia, el ranking ubica a Honduras, Venezuela y el Salvador, en donde mayoritariamente los infantes son víctimas mortales.

Además de revelar dichas cifras, esta fundación que opera desde 1919, mostró las principales problemáticas a las que los niños del mundo y especialmente los colombianos, se ven enfrentados. Explotación laboral, desnutrición, violencia sexual, embarazos no deseados, y el abandono de sus padres, que paradójicamente resulta siendo la causa principal y desencadenante de los demás problemas mencionados. Un común denominador de los distintos crímenes que se cometen en contra de los niños, es el abandono de sus padres naturales, tal y como ocurrió con el caso de la pequeña Sara Salazar, violada y brutalmente asesinada, al parecer por sus padrinos en el municipio de Armero-Guayabal.

En Colombia, infortunadamente el organismo estatal que debería velar por el bienestar y cuidado de los menores, no ha podido cumplirles a razón de diferentes causas. Las limitaciones que ha tenido el Icbf han tenido que ver con malos manejos administrativos y operativos en las regiones, corrupción, pero también desidia y apatía por la misión y función del instituto, el cual desde hace tiempo, y aunque suene fuerte decirlo, es visto por muchos como un puente para comercializar niños.

Una sociedad donde ocurren este tipo de crímenes y que hace muy poco por proteger a sus niños, es una sociedad en decadencia. En Colombia estamos acostumbrados a escandalizarnos cuando ocurre un crimen contra los niños, pero no hacemos nada por remediar la situación y nuestro sistema judicial únicamente actúa en los casos más protuberantes.

Ningún ciudadano debe permitir que se abuse de nuestros niños y los jueces y fiscales deber ser especialmente drásticos cuando las víctimas son menores de edad.

Si queremos un país distinto, debemos redoblar el cuidado de nuestros niños: es lo mínimo que podemos ofrecerles.