A escasas tres (3) semanas de la cita en las urnas, para elegir al presidente de la república para el periodo 2022 – 2026, los colombianos estamos asistiendo a un agitado ambiente electoral, quizá no tanto por la confrontación política entre los candidatos aspirantes al primer cargo de la nación, la cual ha sido bastante precaria, debido a la falta de talante y formación de algunos aspirantes a sentarse en el Solio de Bolívar, de no ser así hubiera sido un valor agregado de la contienda electoral, tan necesaria para llevar a los electores y a la ciudadanía en general a votar con confianza y seguridad de que se tendría un verdadero estadista frente al timón de un país que atraviesa por turbulentas y difíciles tempestades en los diferentes aspectos de la vida nacional.
Infortunadamente, una vez más, en historia política del país, se da este hecho lamentable, en esta ocasión, que no está enmarcado en el excluyente proceso político tristemente conocido como el Frente Nacional, por un simple motivo: La aguda polarización política existente, la cual ha llevado a que a una buena parte de los potenciales votantes no les interese las ideas y programas de los candidatos, sino, que a ciegas, apoyan a quien consideran el ‘mejor’ por estar en contra del que no es de sus afectos por cualquier motivo, o al que los eternos líderes políticos les han dicho porque quien tienen que votar, actitud que va de la mano de la pobreza política que campea en sectores rurales y urbanos del territorio nacional.
En este contexto, de negación a la confrontación política con argumentos sólidos, datos, estadísticas y escenarios objetivos de solución a los más agudos problemas que atraviesa nuestra patria: pobreza, desempleo, crisis económica, inseguridad ciudadana, violencia indiscriminada contra líderes y lideresas sociales, abandono del campo a su suerte, exclusión e injusticia social y cuestionamientos sobre el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, se han venido levantando una serie de hechos y circunstancias que pareciera se erigen como cortinas de humo que no permiten ver o dimensionar, en su justa proporción, el estado crítico en que cada uno de los puntos anteriores se encuentran, uno de estos hechos, muy sonado en los últimos días lo constituyó todo el proceso de extradición del jefe del Clan del Golfo a los Estados Unidos a pesar de acciones legítimas, elevadas en el marco de nuestro ordenamiento jurídico, que aspiraban a que alias Otoniel pudiera dar su versión ante la JEP y la justicia colombiana de sus actos delincuenciales y criminales.
Situación que tuvo su mayor clímax con el paro armado decretado por los integrantes del Clan del Golfo y/o las Autodefensas Gaitanistas como retaliación por la extradición de Dairo de Jesús Úsuga alías Otoniel, el cual abarcó a más de un centenar de municipios, de cerca de 11 departamentos, especialmente de Antioquia y de la Costa Atlántica, con la incineración de cerca de 180 vehículos, la parálisis de todas las actividades comerciales, educación, transporte y producción, con las consecuentes pérdidas económicas, afectaciones sociales y la muerte de ciudadanos y representantes de la fuerza pública de la región, unos por haber violado lo dispuesto por quienes tuvieron bajo su mando y terror a las poblaciones de esos importantes territorios del país por varios días y otros por su acción contra estas acciones violentas.
Hechos y situaciones que, sin pretenderse, agitan aún más el ambiente electoral que estamos viviendo, pues cada candidato, desde su peculiar posición han sido repudiadas, pero no se ve con claridad, por parte de algunos de ellos, cómo, conociendo la génesis de estos movimientos y expresiones político-militares que llevan un buen tiempo en el escenario nacional, se pueden erradicar y hacer que el control y porte de las armas sea exclusivo de la fuerza pública legal y constitucionalmente establecidas para garantizar la seguridad ciudadana y la defensa del territorio.
Que estas tres semanas y los hechos que se han venido dando y que son de conocimiento público permitan que los electores asistan masivamente a las urnas este 29 de mayo de 2022 de manera consciente, sin hipotecar su pensamiento, ni entregar sus principios y valores a cambio de manifestaciones de corrupción política a líderes comunitarios y a los electores, no se puede seguir transitando este camino que tanto daño le ha hecho a la democracia y al país en su conjunto, hoy más que antes se requiere de un voto comprometido con el bienestar y prosperidad futuro de nuestro país.