VÍCTOR PAZ OTERO
Incomprendido y a veces incomprensible explorador de las profundidades humanas. Descubrió en el hombre lo que solo difusamente tal vez había intuido Dios: una angustia íntima y un angustioso sentido de la culpa. Convirtió la literatura en un gran desgarramiento que tenía por objeto descubrir en la criatura la hondura insospechada de su propia realidad.
Carecía de estilo y de diafanidad expresiva. No era complaciente en nada con la belleza y los deleites formales en los arduos oficios de escribir, pero conocía con perfección escalofriante todos los vericuetos de la esencia humana.
Su biografía es equivoca y oscura. Epiléptico y convulsivo. Lujurioso desenfrenado. Jugador frenético y obsesivo. Melancólico irritable. Amaba el dolor con erotismo morboso y aceptaba el cristianismo como una triste estética del sufrimiento. Lo agobiaba la culpa de estar vivo y permitió que en su alma se dieran citas todos los demonios de su tiempo y de su siglo.
Su infancia está marcada por el predominio agobiante de la figura de un padre déspota y brutal, que moriría asesinado por sus propios criados. Él lo aborrecía y en muchos de sus sueños lo asesino con violencia y con deleite, y arrastro ese cadáver como una culpa maloliente. Su parricidio simbólico inspiro algunos de los más iluminantes caminos para Freud. Pero a Dostoievski ese Parricidio lo condeno a una visión de la vida encadenada ineluctablemente a la expiación.
Estudio ingeniería como parte de un estudio que le ayudaría a perpetuar sus confusiones. Pero esa condición de estudiante en una época agitada y amargada – Donde hasta hablar de árboles era delito, le permitió la fatalidad de ser considerado conspirador y anarquista, como también la de tener acceso a un éxtasis, macabro y demoledor: la condena a muerte. Regreso de la muerte como iluminado, después de haber pasado también una larga temporada en el infierno de Siberia. Allí vio las noches blancas y las oscuras realidades del ser, que casi lo obligan a sentir que Dios es un destino irremediable en la enigmática errancia que caracteriza el transito sin sentido del hombre por la historia.
De alguna manera sentía y comprendía que la literatura es una de las formas de la religión y que el verdadero y autentico escritor esta encadenado a descubrir caminos que conduzcan a una incierta salvación del hombre.
Se apartó con hostilidad de las ideas políticas que predominan en su tiempo y en su época. Vio el advenimiento del socialismo como el triunfo gris y doloroso de lo homogéneo sobre lo heterogéneo. Le aterro y le congelo el alma ese paraíso de uniformidad y silencio y formulo una diatriba esclarecedora sobre su futuro.
Sus obras casi todas son farragosas, pasadas, pero inmortales. Hizo prevalecer en ellas el poder insobornable de la esencia sobre el espejismo engañoso y deleitoso de la forma. Leerlas y sentirlas equivales a hacer un viaje al centro del abismo. Purifican con cierto dolor y son como una profunda herida que ilumina el enigma indescifrado de la vida.
De manera casi inexorable me acosa, a la manera de un imperativo mucho más existencial que literario, volver con frecuencia a esa estremecedora obra del gran maestro ruso, caracterizada por esa explosiva y dolorosa tensión que fluye de manera incesante de su atormentado mundo interior, un mundo que se alimenta tantas veces de la desolación y de los más profundos y complejos interrogantes humanos. Un mundo donde casi todos sus personajes viven y padecen una enigmática y continua crisis que no logran descifrar, marcados por una fatalidad que los devora y los confunde; obstinados en la búsqueda fallida de una verdad que les revele el misterio y el enigma de su ´propia existencia.
La vigencia de su obra esta en la permanecía irresuelta de ese desgarrador conflicto humano. De esa catástrofe moral y existencial que acosa la vida y que tantas veces puede conducir o a la muerte física o a la degradación y disolución moral. Su obra toda es una pregunta que desgarra, que nos interroga nuestra intimidad para empujarnos a encontrar esa vedad que puede revelarnos el sentido del ser que somos.