Por: Olga Portilla Dorado
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La vida sin Santi’ es un libro que narra la amistad entre dos niños, una unión que se ve en dificultades cuando uno de los niños debe viajar a otro país, ya que a su padre lo trasladan del trabajo. Esa historia y los sentimientos que despertó en el niño payanés Javier Mauricio Salazar, lo hicieron ganador de la convocatoria ‘Leer es mi cuento en vacaciones’.
A unos cuantos kilómetros de la casa de Javier, estaba Clemencia Morales, en la Biblioteca pública municipal de Silvia ‘Carlos Asael Hurtado’, ella leía juiciosamente el libro ‘A qué sabe la luna’, una historia que gracias a la bibliotecaria María Inés Morales fue adaptada al contexto de este municipio del Cauca. Al igual que Javier, Clemencia también fue ganadora de la convocatoria, siendo una de las más pequeñas, pues está cursando grado primero.
El propósito de la convocatoria, según cuenta Guiomar Acevedo, directora de Artes del Ministerio de Cultura, era que los niños pudieran transmitir las emociones que les producían los libros que llegan a sus manos, tanto en los espacios de las bibliotecas, como fuera de ellas. “El jurado buscó aquellos comentarios en que el niño o joven identificara las ideas principales del libro y sus elementos para hacer una reflexión genuina y novedosa que expresara su opinión con argumentos sólidos, en los que fuera evidente que hubiera leído el libro en su totalidad”.
Se recibieron un total de 988 comentarios de libros, al fina solo 50 lograron el reconocimiento, entre ellos Javier y Clemencia como representantes del Cauca. Además de la satisfacción de haber ganado y de que los jurados escogieran sus comentarios, tanto los niños como sus padres cumplieron uno de sus sueños, pues en sus presupuestos no tenían contemplado viajar a Bogotá y mucho menos hacerlo en avión.
“Yo soy madre cabeza de familia, trabajo en oficios varios y así es como he sacado adelante a mis hijos. Yo a todos los quiero por igual, pero Javier es un niño muy especial, él es muy juicioso, incluso él aprendió a hacer pan y colabora en una panadería, con eso me ayuda en los gastos de la casa, está pendiente qué falta o cuando yo estoy enferma. Él es muy responsable, y vea esa felicidad y ese logro que me da siendo tan pequeño” dice Marinela Salazar, la orgullosa madre de Javier.
Y es que además de los avatares económicos que ha tenido que sortear la familia Salazar, días antes de que Javier tuviera que enviar el comentario del libro, los robaron. Saliendo de su clase de música en la Fundación Batuta, dos personas que se acercaron a Javier y a su madre le arrebataron su bolso, que entre otras pertenencias llevaba el libro. Y aunque Javier ya lo había leído, según cuenta su madre, quería repasarlo para poder enviar un buen comentario a la convocatoria.
“Él ya lo había leído y se le había quedado grabado lo que decía ahí, pero quería repasarlo, y fue cuando pasó eso del robo.Luego en Batuta y en la biblioteca del Inem le prestaron el libro para que él repasara y fue así como logró mandar el vídeo.Por eso a nosotros se nos hacía imposible que hubiera podido ganar con todo eso que pasó”, señala la madre de Javier.
Según cuenta Marinela y recuerda Javier, su gusto por la lectura nació desde muy pequeño, la curiosidad por ‘descifrar’ qué decían los libros que tenía la señora donde su mamá trabajaba, lo fueron atrayendo para aprender a leer. “Empecé a leer hace unos años cuando la señora donde trabajaba mi mamá me regaló un libro que tenía el cuento de ‘Simón el bobito’. Desde ahí comencé a leer solo y mi mamá me decía ‘Mijo ¡Qué bueno! ¡Siga leyendo!’”, cuenta Javier.
Además de la lectura, Javier combina su pasión por los libros con la música y el fútbol. Hace parte de la Fundación Batuta y en el colegio recibe clases de saxofón, su instrumento favorito. A sus 13 años y en grado octavo sueña con ser un gran profesional e inculcarle a sus compañeros y hermanos el hábito de la lectura.
“El libro para mí es el mejor amigo de una persona porque a través del libro y la lectura yo puedo aprender cosas nuevas y estar en lugares que no conozco realmente. Leer es personificarse con algo que nos cuenta un libro. Es tener experiencias que de pronto nunca vamos a poder vivir”, puntualiza Javier.
Clemencia, la única niña que envío su comentario en lengua indígena. Entre el grupo de los 50 niños y jóvenes ganadores de la convocatoria ‘Leer es mi cuento en vacaciones’, se destaca Clemencia, no solo porque es la más pequeña sino porque es la única que viste ‘diferente’. Ella lleva puesto el ‘anaco’ -la vestimenta tradicional de los Misak-, una falda oscura con ruana azul, ambas tejidas a mano; y en su cabeza el sombrero tradicional.
Clemencia Morales Almendra, habla un poco ‘enredado’ el español, pero el ‘Namtrik’ (idioma de la comunidad Misak) le fluye sin titubear; por eso, con ayuda de María Inés Morales, bibliotecaria de la Biblioteca pública municipal de Silvia ‘Carlos Asael Hurtado’, la pequeña, quien cursa el grado primero, realizó la adaptación del cuento ‘A qué sabe la luna’ de Michael Grejniec, para participar de la convocatoria nacional.
“Clemencia está en primero, ella habla bien claro nuestro idioma y un poco enredada el español, por eso fue que yo la acompañé en el vídeo y en la adaptación del libro. En mi trabajo como bibliotecaria siempre me ha ido bien con estas convocatorias de ‘Leer es mi cuento’, además porque el trabajo actual se enfoca en rescatar nuestra lengua, porque los niños vienen de los resguardos y cuando llegan al casco urbano ya no quieren hablar el ‘Namtrik’”, comenta María Inés Morales.
Cuando al correo de María Inés llegó el resultado de la convocatoria y los felicitaban porque la niña de Silvia había ganado, la bibliotecaria no podía creerlo, pues era la primera experiencia audiovisual que realizaban y porque el comentario del libro lo habían hecho en su idioma; pero al final ella cree que este último fue el elemento para que escogieran a la niña, ya que es un reconocimiento no solo a la adaptación del libro sino al rescate de un idioma ancestral, el cual la comunidad Misak y especialmente ella como bibliotecaria quieren rescatar y que los niños no lo olviden.
“La idea es seguir trabajando con el grupo de la primera infancia del resguardo de Guambia y algunas escuelas del casco urbano para que los niños no dejen de hablar el Namtrik’, y también para fomentar la lectura desde muy pequeños”, destaca María Inés.
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