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Redacción fin de semana
@elnuevoliberal
Evangelista y Misael son excombatientes de las Farc quienes se acogieron a la dejación de armas y a la desmovilización, luego que este grupo firmara el Acuerdo de paz con el Gobierno del expresidente Santos; y así, como otro tanto de excombatientes regresar a la vida civil.
Actualmente, estos hombres de 64 y 68 años, respectivamente, invierten su tiempo en formarse académicamente, están cursando grado primero, hasta el momento han aprendido el abecedario, los números y lo más importante: por primera vez escribieron su nombre.
Y es que esa frase de que “nunca es tarde para aprender” sí que la aplican y predican estos dos hombres, padres de familia, quienes a corta edad se fueron para “el monte” y en medio de lo propio de la guerra no tuvieron tiempo para estudiar, para interesarse si quiera por las letras y los números; no son los únicos, claro, pero llama la atención porque a pesar de sus años, no les da pena ni sienten algún tipo de cohibición para levantar la mano y preguntarle “al profe” algo que no entienden.
Sin duda, la formación académica para los exintegrantes de las Farc ha sido clave en su proceso de reincorporación. En el Cauca, de acuerdo al Registro Nacional de Reincorporación, hay 236 hombres y mujeres estudiando; de ellos, 41 adelantan el nivel de básica primaria con el apoyo de instituciones educativas y el acompañamiento de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) regional Cauca.
Entre esos ejercicios está el que se adelanta la Institución Educativa SA’T WE’SX YAT perteneciente al resguardo indígena Munchique Los Tigres, ubicado en la vereda Loma Alta del municipio de Santander de Quilichao, donde 19 reincorporados de las Farc volvieron a las aulas, a los útiles y a reencontrarse con amigos de su infancia.
Precisamente hasta esa zona llegan Evangelista y Misael, “los nuevos” como les dicen sus demás compañeros -que tienen entre 20 y 30 años-, pero a estos hombres mayores no les importa su edad para superarse y menos el qué dirán, ¿Quién los limita? “nadie”, responden.
Evangelista y Misael son un símbolo de superación, pues pese a que su día a día lo ocupan en el campo, cultivando la tierra, cuidando y alimentando los animales, así como atienden su labor en casa como padres de familia, los viernes sí son “sagrados” y disciplinadamente ese día cogen cuaderno en mano y con la tarea hecha llegan a la escuela, se presentan frente al maestro e inician sus clases.
“Yo estoy estudiando y siento que estoy avanzando. Este es un proyecto muy grande y tocó empezar desde cero. Yo no sabía nada, ni escribir, ahora, letra por letra, voy aprendiendo. Sé escribir palabras como amor, paz y perdón”, comenta Evangelista.
Además de utilizar la pala, el machete y otras herramientas para labrar la tierra, también dan prioridad para sus estudios, la meta es ser ejemplo para sus hijos, quienes los acompañan en su proceso de formación y anhelan verlos graduándose como bachilleres.
“Que la población en reincorporación pueda ingresar a estudiar y además lo hagan dentro de su comunidad y de acuerdo a su cosmovisión, contribuye en la resignificación de sus proyectos de vida y el cumplimiento de metas personales, sociales y productivas, fortaleciendo el tejido social en sus comunidades”, señaló Ángela Medina, coordinadora de la ARN Cauca.
El maestro que los acompaña, es un mayor indígena, quien en su lengua nasa yuwe los instruye para que reconozcan las letras y los números que representan el castellano. También, los orienta respecto de las normas de convivencia, buscando que aporten a la construcción de paz con buenos actos de reconciliación como trabajar en equipo, respetar a los demás y ser honestos para ganarse la confianza de la comunidad con quienes comparten.
“Para mí, volver a estudiar es una vida muy diferente. Mi familia me ayuda, mis hijos que saben leer y escribir me explican los temas que todavía no entiendo, todos estamos muy contentos”, aseguró Misael.
Con una sonrisa y esperanzados en continuar con su formación, cada viernes Misael y Evangelista comparten un pequeño escritorio de esta escuela rural indígena, reciben los materiales de estudios y algo de alimento para hacer más amena su jornada que va desde las 10:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde.
“Mi sueño no solo es aprender a leer y a escribir, quiero validar todos los grados, y seguir estudiando, quiero estudiar algo que tenga que ver con mecánica en el Sena, y seguir demostrando que nunca es tarde”, puntualizó Misael.
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