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    Desplazamiento gradual

    JORGE ELIÉCER ORTIZ FERNÁNDEZ

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    Gran discusión nacional en materia de empleo se ha venido escuchando por estos días y es que a decir verdad, existen algunos funcionarios nacionales, que se han dedicado a desmejorar la imagen de su jefe, el Presidente de la Republica, cuando en un momento de somnolencia, diría yo, les da por sentar catedra, por ejemplo vaticinando que hacia el futuro los ingenieros de sistemas tendrán que ser contratados por dos horas diarias, para que de igual forma, coticen su seguridad social, pensional y otros menesteres, por igual tiempo y que decir de la máxima de la Señora Vicepresidente, cuando sale a manifestar, que ya estamos saturados de sociólogos, psicólogos y de otros profesionales, dirán los padres de familia que hicieron ingentes esfuerzos por profesionalizar a sus hijos, “manda cascara”, cuando precisamente lo que están esperando de quienes construyen las política de empleo para los y las colombianas, es la de generar estrategias que permitan la incursión de nuevos protagonistas del mercado productivo, para que pueda emplear mano de obra, no solo para las profesiones referidas, sino para las múltiples, que hoy por hoy la oferta de programas universitarias pone a disposición de quienes desean capacitarse.

    A esta desazón que produce declaraciones sin fundamento, le debemos sumar al seno de la discusión, el efecto boomerang, que está generando la automatización en el escenario laboral. Recordemos, por allá, en el año 1920, cuando se generó la revolución industrial, por cuenta, precisamente, que por mejorar la productividad en las empresas, se generó más de 18 millones de desempleados al incorporar a los procesos productivos, las maquinas, en sectores agrícolas, industriales, en vías férreas, operadores telefónicos, agentes de viajes, cajeros de bancos, porteros, ascensoristas, agentes de bombas de gasolina, estos, como los de más impacto. Viene entonces la gran discusión mundial que se cierne en este dilema que de apoco ha venido desestabilizando gobiernos europeos y de nuestro vecindario, que no han podido encontrar la fórmula para contrarrestar un fenómeno, que se me antoja decir, es inamovible, en un mundo dinámico y donde los empresarios buscan mejorar sus patrimonios, apostándole a las dinámicas productivas agiles y de menor costo.

    Estas realidades económicas tienen un costo irreversible, sino miremos cifras que se vienen registrando en los diarios económicos de los estados unidos, “un robot por cada mil trabajadores reduce la tasa de empleo entre 0,18 y 0,34 puntos porcentuales y los salarios promedio entre 0,25 y 0,5”; faltaría más, que en momentos en que el Dane nos cuenta que la tasa de desempleo en Colombia se rehúsa a bajar de dos dígitos y que antes por el contrario, que fenómenos como el desplazamiento continuo de hermanos Venezolanos hacia nuestro país, alimentan gravemente el crecimiento del desempleo nacional. Digamos entonces que nuestra endeble economía se bambolea en un coctel muy peligroso, fenómenos de inmigración y automatización, que como el coronavirus, sabemos que está ahí y que pronto llegara, falta ver, que quienes tienen la responsabilidad de salvaguardar la salud laboral de los colombianos, operen oportunamente, buscando alternativas a estos flagelos que desestabilizan aún más los pobres números de nuestra economía; me preocupa, pues ya estamos viendo en los grandes almacenes de cadena como Homecenter de Jardín Plaza en Cali, si usted va a pagar en efectivo, usted, si usted amigo lector, puede pasar ante un semi robot, coger la lectora de precios, facturar, cancelar y si tiene vueltos, recogerlos, pregúntese, cuantos colombianos se quedaron sin oportunidad de empleo, gracias a esta máquina.