EDUARDO NATES LÓPEZ
No habían terminado de sonar “las campanas de las doce… anunciando que el año viejo se va…” cuando ya el panorama de los lecheros para el año 2021 se había ensombrecido aterradoramente, por cuenta de unas operaciones comerciales atropelladoras -por decir lo menos- realizadas por importadores de leche en polvo, afines y/o coincidentes con los industriales del procesamiento de la leche.
Al presidente de FEDEGAN, José Félix Lafaurie Rivera, le ha tocado poner el grito en el cielo frente al gobierno nacional, por el golpe económico (de pronto mortal…) que les asesta a los productores de leche, la importación de casi 10.000 toneladas de leche en polvo, cuando apenas han transcurrido 3 días hábiles del nuevo año, aprovechándose de las puertas abiertas que ofrece el TLC con los Estados Unidos. A ese paso, la semana que viene, es decir el próximo lunes 11 de este mes, ya podrán haberse “comido” todo el cupo nacional de importaciones del año 2021, cuyo tope es de 12.969 toneladas.
En una entrevista radial de hace dos días, el Viceministro de Agricultura fue interpelado por la periodista para conocer la opinión del gobierno sobre esta delicada situación. Pero, a mi pensar, la respuesta se quedó corta y nada satisfactoria, pues le endilgó la responsabilidad a las posibilidades que ofrece el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, pero sin hacer referencia a la grave situación social que puede estar generándose, por la codicia desvergonzada de unos comerciantes “avispados”.
Los industriales de la leche prefieren comprarles a los extranjeros sin mirar hacia los lados, en una actitud absurdamente agiotista y totalmente ajena a la consideración social, corriendo el riesgo de quebrar a los productores nacionales, a quienes todo el tiempo han mantenido engatusados con el cuento de que “…por el invierno y las importaciones anteriores hay exagerada disponibilidad de leche…” “Estamos enlechados…” dicen sin ninguna vergüenza, pero corren a seguir comprando leche importada en un negocio oportunista.
Con las cifras nacionales y sobre la afectación a los productores lecheros del país, el comunicado de FEDEGAN ha sido muy explícito y contundente. Me atrevo a comentar el perjuicio que puede significar a los productores de leche, por cierto, pequeños en su mayoría, de la región suroccidental del país. En el Cauca puede tratarse de aproximadamente 18.000 familias productoras, a quienes los recolectores, probablemente les van a dejar botada la leche en la portada de la finca, porque resulta mucho mejor negocio reconvertir leche en polvo importada que comprarle al pequeño ganadero que tiene todo el sustento y sus esperanzas en 4 o 5 vaquitas, que es todo su capital. Y lo que puede suceder en Nariño sí es devastador, pues estamos hablando de alrededor de 48.000 predios productores de leche, actividad que es reconocida como una de las principales responsables del sustento de los campesinos nariñenses. Naturalmente en el Valle del Cauca y en Putumayo también se afectarán los productores lecheros, al igual que en el resto del país.
No puede el gobierno quedarse corto e indolente frente a una amenaza de catástrofe social como esta. Ya el año pasado presenciamos las tristes escenas de los paperos de Boyacá y Cundinamarca, lo cual esperamos que no se le repita al gobierno, ahora con la leche.
No se trata de ignorar torpemente los alcances de un Tratado de Libre Comercio que se supone negociado con criterio de conveniencia nacional, concepto este que, por supuesto, contempla que todas las ventajas que puedan alcanzarse son para beneficio de todos los colombianos, especialmente los pequeños productores, quienes para otros países son un verdadero tesoro y la razón fundamental de la administración pública. Los productores agropecuarios, pequeños, medianos y grandes, queremos ver al Ministro de Agricultura y al propio Presidente de la República, manifestando realmente su anunciada voluntad de defendernos ante estas ostensibles amenazas, dada la obvia importancia del sector primario nacional. Más aún, cuando ha transcurrido un tenebroso año como el 2020, en el cual el sector agropecuario le puso el pecho a la brisa y salió a garantizar la seguridad alimentaria de los colombianos, en medio de esta crisis sin antecedentes que generó la pandemia. Quedamos a la expectativa…