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ORIANA MENDOZA VIDAL
Mg. Administración de Empresas
He dedicado varias columnas a hablar de liderazgo empresarial, de gerencia, de direccionamiento estratégico y cumplimiento de la planificación empresarial. No obstante, el gerente no cumpliría satisfactoriamente su trabajo de no contar con un grupo de colaboradores comprometido y alineado al cumplimiento de la visión empresarial y sus correspondientes metas.
En las empresas con algo de estructura organizacional, existe el coordinador de talento humano o algún cargo similar que se dedique a la selección y contratación del personal, velar por el cumplimiento de las normas de salud y seguridad en el trabajo y del bienestar laboral, entre otras. En el día a día de su trabajo, se enteran de las dificultades personales de sus compañeros, de sus dolencias que bien pueden derivar en incapacidades médicas, se van conociendo a profundidad sus gustos y preferencias, y con todo ese conocimiento plantea las mejores actividades para velar por un adecuado ambiente laboral, tarea bastante compleja cuando dimensionamos la “condición humana”, no siempre logramos “tener contento a todo el mundo”, nos “faltará el centavo para el peso”, en palabas de mi papá.
Encontrar y formar a colaboradores idóneos requiere de técnica, esfuerzo, dedicación, sensibilidad, pero también disciplina y establecer parámetros claros de comportamiento y de comunicación. Sin embargo, es necesario “sembrar en tierra fértil” es decir, los empleados de la empresa también deben tener ciertas actitudes y cualidades, desde lo profesional y personal, para que el esfuerzo del gerente no sea en vano.
Las empresas demandan a profesionales -o con algún grado de formación académica- cualificados, competentes y capaces de conformar equipos de trabajo en los que aporten sus conocimientos para alcanzar el éxito corporativo. Por ello, las capacidades más demandadas en un colaborador son, entre otras, la capacidad de adaptación, el pensamiento estratégico, las habilidades comunicativas, el liderazgo y la creatividad. Pero si un colaborador quiere sobresalir, también debe aprender con entusiasmo todos los aspectos del negocio, anticipar los problemas, demostrar habilidades conservando la humildad, inspirar a los demás a ser mejores, tratar la empresa como si fuera propia, es decir, tener un verdadero sentido de pertenencia y coherencia. Por supuesto, ser honesto y directo tanto con sus compañeros como con sus superiores, todo dentro del marco del respeto.
Finalmente, hablando desde la experiencia, en el proceso de selección de personal es necesario ponderar con igualdad, tanto las competencias técnicas como las habilidades personales, de aquel o aquella que próximamente hará parte de un equipo de trabajo, pues de nada sirve una persona que tenga un buen desempeño, pero no trabaja en equipo, es disociador, intrigante y chismoso. Recordemos que una manzana podrida comenzará a dañar a las que estén a su alrededor, no seamos esa manzana, por el contrario, seamos el motor de cambio positivo, al ser proactivos y “ponernos la camiseta” por la empresa para la cual trabajamos, pues al final del día, nuestro trabajo habrá contribuido al logro de las metas empresariales y a dar sustento a nuestras familias para el cumplimiento de nuestros sueños personales.
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