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LUCY AMPARO BASTIDAS PASSOS
En línea con la inteligente columna del 19 de septiembre de Silvio Avendaño, estoy de paseo con Sancho Panza por el parque Caldas. Incrédula por tal encuentro de Silvio, caminé por el centro de Popayán. Y sí, ahí estaba el mismísimo Sancho sentado en una banca del parque bajo la sombra de un guayacán rosado que ya no vive.
Él cavilaba: Me enteré de unos escritos sobre los ´Pueblos de triste figura´, que aludían a mi valiente señor El Quijote. Desde entonces mastiqué la idea de ir a esa ciudad, y acá vine a parar. Al oírlo me acerqué, lo saludé, e imparable comenzó diciendo que muy temprano recorrió la ciudad blanca, la abrazó, la besó y en la noche se la bebió en el café Pinemma. Que rebuscó ediciones viejas de El Liberal, y leyó a columnistas que afirmaban que el parque Caldas es “la sala de la casa”. Que en Semana Santa el parque se ensancha peatonalizado, que blanquean paredes, los geranios florecen en los balcones, y que hasta los vendedores de ´maní maní´ están prohibidos. Que algunos eventos los hacen dentro de las casonas antiguas, y que otras ferias se ubican fuera del centro histórico.
Leí emocionado, ¡pero algo huele mal!, exclamó, pues cuando el día avanza el blanco se vuelve gris con ventas en andenes, congestión y ruido. Pero estaba seguro que para el Gastronómico la vería como en Semana Santa. Con filosofía inteligente, de clara estética para una ciudad blanca ofrecida a visitantes, mascullaba Sancho, la imaginé como novia culta, que tiene clima como de poetas, como dijo el sabio sacrificado. Pero ¡no! lo que vi en el Gastronómico fue cada vez la noche con menos estrellas, mientras Caldas indigesto con tanto ruido y olor de cocinas, me pidió que lo bajara del monumento de este “recinto ferial”, dijo; quiero dormir tranquilo en el Panteón de los Próceres.
Sancho rascándose la cabeza prosiguió: ¿Por qué el parque Caldas no puede estar todo el año como en Semana Santa? ¿Por qué para cada feria, cada exhibición, no hay un sitio permanente en otro lado, que no sea en el “recinto ferial del parque Caldas” como le llaman en escrito del 13 de septiembre, y que allá exhiban todo y vendan todo?
Oye tú me dijo, ¿no vas a defender la sala de tu ciudad? Claro que sí, contesté, tengo noticias: mira que la Alcaldía impulsa ahora la “Vida al parque” que recupera zonas verdes invadidas, dije. Ofuscado Sancho exclamó: ¡No entiendes nada arquitecta necia!, hablo de los constantes eventos comerciales que hacen en la sala, en el parque Caldas, que sufre invasión continua de tantos sucesos mercantiles, ¡eso no es dar Vida, es ahogarlo lentamente, afearlo, no dejar espacio para uno retozar en el verde, como ocurre en otras ciudades bellas!
Los ojos de Sancho se desviaron a otros ojos, a mis ojos pero más jóvenes, de una lozana arquitecta llamada Cony, que se acercó y dijo: Los escuché y tengo propuestas. ¿Conversamos, Sancho? ¡Proseguid!, contestó. Hablé con muchas personas dijo Cony, y coincidimos en que así como para múltiples eventos se construyó el Centro de Convenciones Casa de la Moneda, allá mismo puede diseñarse un lugar permanente para exposiciones temporales, que se llame: “Recinto ferial Casa de la Moneda”. ¿Has visto allí el parqueadero?, sí, contestó Sancho, es grande. Pues ahí podría edificarse. Aunque he visto otros lugares para recinto ferial, que luego te cuento, dijo.
Sancho emocionado, con una venia se despide. Debió ir corriendo, era 26 de septiembre, su paisana Pilar Ortiz experta en Patrimonio daba una conferencia en la Fundación Universitaria de Popayán. Ella decía que el uso inadecuado del entorno del patrimonio implica riesgo, que deben regularse allí las actividades, que lo cultural como Noche de museos es plausible, pero ferias comerciales deberían establecerse fuera del centro patrimonial. ¡Clarísimo, gritó Sancho, así liberan mi señorial parque y la arquitectura patrimonial que lo enmarca!
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