Del coronavirus y un nuevo Frente Nacional
CARLOS E. CAÑAR SARRIA
El coronavirus tiene sacudido al mundo. Y preocupado, ante la ola acelerada de contagiados, que no excluye a las potencias económicas, en donde ya se habla de recesión. El mundo parece postrado ante la adversidad, lo que llama la necesidad de estar unidos los países del mundo para enfrentar un enemigo común que se ha convertido en un problema de salud pública internacional; ante el cual no se justifican ni oportunismos ni mezquindades, lo único entendible es un llamado a la solidaridad, a la creación de conciencia colectiva, de la que nos habla el sociólogo Durkheim como alternativa para superar el caos.
Que los científicos a nivel mundial están concentrados a encontrar la vacuna, la cual puede ser posible, aunque demorada. Llamados a los organismos internacionales de crédito para que confinen la deuda a los países pobres. Que los bancos dejen de ser los templos del dios dinero y se humanicen. Que los grandes industriales dejen su avaricia y que no obstante el lucro, le den al capital una función social. Que los políticos recapaciten porque mucha de la podredumbre que existe en la humanidad es por su culpa. Que todos debemos cuidarnos para cuidarnos entre todos.
Muchas podrían ser las razones mediante las cuales el virus entró a Colombia más pronto de lo esperado. Al respecto hay controversias; el hecho es que debemos unirnos, ya vendrá el tiempo de las responsabilidades, pero la verdad, en un país como el nuestro resulta difícil ejercer liderazgos y asumir compromisos colectivos, pero hay que intentarlo.
En las continuas intervenciones del presidente Duque, no puede disimular los gestos de preocupación, que a veces da la impresión de que se sintiera solo. Y no es conveniente ni justo dejarlo solo. Hay que respaldarlo en todas aquellas decisiones y acciones encaminadas a mitigar o superar la crisis.
En circunstancias adversas en que atraviesa el país, se hace necesario un nuevo Frente Nacional, no en el sentido partidista sino en unidad y solidaridad. El llamado de Duque a su opositor Petro es bienvenido, conveniente y saludable. Todos necesitamos de todos en aras de la unidad nacional ante las vicisitudes de la vida.
No estamos para odios ni rencores, hay que despejar el alma de esas pasiones que impiden el perdón y la felicidad individual y colectiva.
En cuanto a la llegada del virus a Popayán, no queremos estar en la humanidad del alcalde López Castrillón, quien padece el virus y la crítica, en algunas ocasiones cruel y despiadada. Nunca hemos compartido aquello de que al caído caerle. Como payaneses, como seres humanos, debemos solidarizarnos con él y su familia, deseándole que supere la enfermedad por su bien y por el de la ciudad. Es necesario, además, que todas las personas que estuvieron cerca al alcalde se hagan la prueba como precaución. Nadie está exento de contraer y propagar el virus y es necesaria una profilaxis colectiva.
Solidaridad y acompañamiento a los médicos y personal de la salud, de estos abnegados servidores públicos, no obstante, otros recursos, depende la salud y la vida de la humanidad.
El problema apenas empieza, son muchos los retos que nos esperan si queremos sobrevivir como Nación.
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