La historia del mundo la marcó Jesucristo nuestro Señor, no solo por lo que representa como el Hijo de Dios y de María, y el putativo de San José, sino porque su doctrina es la cultura religiosa de millones de seguidores que tiene en el universo que conocemos y vive el año 2016 después de Él.
Desconocer que de esa cultura se desprenden una serie de expresiones ancestrales que han causado tanto impacto en el alma de un pueblo como el nuestro, que desde su fundación abrió su espíritu a la religiosidad cristiana, así haya sido por la influencia de quienes lo conquistaron, es querer borrar de un plumazo de escritorio jurídico, la historia y el quehacer cultural de nuestra Ciudad.
Popayán este amado valle pubenence de aguas circundantes y recios robles centenarios, azaleas y guayacanes en flor, viene escribiendo a través de más de cuatro siglos y medio, una de las maravillosas representaciones histórico artísticas de la vida, pasión y muerte de Jesucristo, coleccionada por épocas y generaciones enteras, aunando esfuerzos para organizar sus solemnes e impecables procesiones de Semana Santa, como fruto de la voluntad conjunta de todos los estamentos de una sociedad y su expresión indeleble religioso cultural.
La laicidad del Estado colombiano entendida como tal, podría un momento determinado afectar las asignaciones que presupuestalmente el Ministerio de Cultura aporta para la realización de las Procesiones de nuestra Semana Santa, pero entendidas estas como la máxima expresión cultural religiosa de alma payanesa, las asignaciones legales que hoy se debaten en la Corte Constitucional, deben declararse exequibles.
Es importante mirar que la Ley 1185 de 2008 se refiere en forma clara al Patrimonio Cultural Inmaterial, y expresa que este patrimonio hay que conservarlo, protegerlo, salvaguardarlo, recuperarlo, sostenerlo y divulgarlo para que sirva como testimonio de la identidad cultural presente y futura de la Nación.
En cumplimiento de esta normatividad y de otras más al respecto, nuestra Procesiones declaradas como Patrimonio Inmaterial Cultural de la Humanidad por la Unesco, encaja perfectamente en toda esta legislación, para que los Magistrados de la Corte Constitucional valoren estas consideraciones y acepten que el Estado puede y debe ayudar a sostenerlo, como lo hace hasta el momento basado en la Ley demandada, pues su deber es salvaguardarlo por su condición de tal.
Nuestras bellísimas procesiones constituyen el máximo patrimonio cultural del espíritu religioso cultural del pueblo payanés, pues sus imágenes son arte, sus andas son fruto del esfuerzo y el trabajo de artesanos, los sitiales que engalanan las andas con sus brocados en oro y finos hilos dorados los tejen las manos expertas del bordado, los paramentos en plata son esplendorosas obras de arte, los cirios los fabrican los trabajadores de la cera, los hermosos arreglos florales son fruto del arte de la floristería.
Son tantas las peculiaridades de nuestra Semana Santa con sus Procesiones, las cuales si bien es cierto tienen su origen en nuestra Religión Católica, que no son otra cosa diferente al símbolo cultural e histórico de una Ciudad fecunda de glorias a la patria, que en esa conmemoración, encuentra reunido su espíritu irreductible hacia la fe, esa misma que le ayudó a construir su cultura y sus valores como sociedad que tiene su propia identidad allí.
Negarle por una sentencia a Popayán parte de su historia y su memoria religioso cultural, reconocida por el mundo entero, que genera inmensa economía a todos los niveles, a los que creen o no en Cristo, a los que ven en esta solemnidad, que anualmente congrega miles de turistas de todas partes a admirar el arte religioso que se exhibe en bellos desfiles procesionales, una gran oportunidad para el sustento familiar, es atentar contra el alma misma de un colectividad que ama sus tradiciones las transmite de generación en generación, conservándola y salvaguardándola para las descendencias venideras.
¡Defendamos nuestra Semana Santa!
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