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ELKIN QUINTERO
“Lo que más irrita a los tiranos es la imposibilidad de poner grilletes al pensamiento de los subordinados”
Paul Valery
Las experiencias que se viven en toda nuestra geografía van desde lo más extremo a lo más superficial de los horrores de la democracia y de la autocracia. Algunas organizaciones y ciertos individuos transforman nuestras realidades y sin miedo a la balanza de la justicia y al peso de la ley logran posicionar en los sistemas sus ideas; ellos y ellas repetidamente han desconocido los Derechos Humanos que deben regir el buen vivir de los hombres y mujeres en este bello país.
Ojalá en esta época de elecciones aparezcan candidatos con un modelo que no afecte el bienestar de las comunidades y que sus propuestas no violenten los derechos de los otros; sin embargo, en Colombia la irresponsabilidad en las épocas de elecciones ha tratado de acrecentar el panorama gris de las tragedias y han usado de manera efectiva la imagen, el sonido y el poder para acrecentar los conflictos entre los sujetos. Si no nos falla la memoria, son demasiadas ya las tragedias y comedias que hemos tenido que soportar; por ello es natural que algunos sujetos ciegos, sordos, mudos, cojos o mancos intenten a toda costa ridiculizar los aspectos más trascendentales de un Estado Social de Derecho; ellos por la influencia errática de las ideas intentan expresar su inconformidad por medio de significantes sin dicción, designio, caracter y argumento.
No olvidemos que la historia de la humanidad nos ha enseñado que las tragedias unen y revitalizan, pero en nuestro territorio es evidente que ciertos sujetos de carriel y fusil, de corbata y cruz las conviertan en comedias para aumentar su votación e incrementar sus activos. Esta realidad macondiana ha tenido mayor impacto en el campo cuando de la comedia se pasa a la tragedia gracias a los desplazamientos, las intrigas de políticos y politiqueros, con el asesinato de líderes sociales o con el dolor de la guerra; este arcano ejercicio en Colombia y el Cauca ha relegado los conceptos de fe, resiliencia y cooperación a su mínima expresión.
Es por ello que urge crear espacios desde la familia, el colegio, las empresas, la sociedad y la academia para posicionar de nuevo la verdad y la justicia como elementos primarios del RESTABLECIMIENTO DE DERECHOS en un mundo oscuro, cruel y confuso, donde impera el miedo a pesar de las condiciones que ofrece el Estado. A pesar que muchos nos han hecho creer que el dolor y la tragedia pueden edificar, pero olvidan que también pueden destruir y adormecer; por lo tanto, desde altas direcciones se apuesta por la relevancia social que tiene la tragedia como medio impulsador de desarrollo a pesar que quien está muerto o a punto de morir es la armonía entre las comunidades. En ocasiones parece injusto enumerar las partes o componentes de nuestras tragedias y comedias, este fenómeno por momentos pareciera intentar solo hacer apología al dolor, la miseria y la guerra.
Ya para terminar recordemos que un número elevado de nuestras tragedias se pudieron evitar, porque ellas fueron fruto de las malas y erráticas decisiones del Estado, de la fuerza pública y la sociedad en general. Tanto que hoy no serían el hazme reír en la comunidad internacional. Por lo tanto y luego de mil reflexiones sobre las causas y consecuencias de las violencias que recorrieron Colombia, muchos de los sujetos trágicos tienen que realizar una interiorización de los valores democráticos que le dan sentido a la vida y dejar ya de vociferar en discursos que la guerra y el conflicto hoy son la solución para salir de la crisis.
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