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    De la pandemia como crisis humana (I)

    Ociologo: VÍCTOR PAZ OTERO

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    La inquietante pandemia planetaria que de manera tan profunda está afectando y trastocando muchos de los fundamentos de la civilización humana, no es, por supuesto, de manera exclusiva un problema de salud pública, así está sea la fase más aparencial y evidente de su letal manifestación.

    La pandemia está derivando y cristalizando hacia una crisis violenta e inédita en la organización y el funcionamiento de una enorme pluralidad de sociedades humanas.

    Se trata de un fenómeno que de muchas maneras pertenece a la órbita de lo NO PENSADO o de lo NO INTUIDO en la reciente y divulgada reflexión del pensamiento humano. ¿Acaso habíamos podido imaginar o prever que una bacteria o un invisible virus podría cuestionar y poner en entredicho los soportes de las sociedades supuestamente racionalistas y tecnocráticas que hoy prevalecen como formas políticas y sociales en las sociedades contemporáneas?

    La característica de este fenómeno poco vislumbrado por la arquitectura conceptual del pensamiento actual es, entre otras cosas, Lo que genera y estimula el estado de estupor y desconcierto casi generalizado, con el cual los seres de este mundo tan equívocamente globalizado se  enfrentan a su comprensión y a sus significados.

    Pero si el asombro en el mundo antiguo de los griegos engendró el esplendor aún legítimo de su filosofía, en nuestro mundo des- intelectualizado y desespiritulizado, ese asombro si acaso produce, simplificadas recetas tecnocráticas, o solo motiva la implementación de terapias médicas y bacteriológicas para mitigar en algo las dolencias del cuerpo enfermo; que sin duda son necesarias y urgentes para hacerle frente a la devastación de la pandemia.

    Pero resulta, y esto se olvida o se descuida con dolorosa frecuencia, que la pandemia más que una crisis de los sistemas de salud, o una crisis de insumos o de recursos y de personal médico, está significando, sobre todas las cosas, UNA crisis y una quiebra,  todavía incomprendida, de los VALORES esenciales que definen y orientan el rol y el verdadero sentido de la vida y de las criaturas humanas.

    En este contexto ya aludido de la sociedad tecnocrática, que en especial alcanza mayor relevancia bajo las formas sociales y políticas del capitalismo, el valor de las cosas se privilegia frente al valor de la vida. Por lo mismo la “inefable pandemia” está poniendo al desnudo el vacío espiritual, la falsificación moral y la degradación ética, la desorientación filosófica y tantas otras cosas sobre las cuales se ha edificado el arrogante y prepotente edificio de un mundo que progresivamente se deshumaniza.

    Nadie podría poner en duda que nuestra cultura globalizada, parece estar centrada y orientada en el afán desmesurado de rendirle un culto fetichista al lucro y al consumo. Que vivimos dentro de un mundo donde el YO individualista funciona y es asumido como una entidad pervertida e instrumentalizada y puesta al servicio de las fuerzas del deseo y de la posesión casi exclusiva de bienes materiales.

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