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NELSON EDUARDO PAZ ANAYA
El ejercicio de la práctica de la comunicación, tiene por objeto social, propiciar intercambios de información que conjugados sirvan para la dignificación del trabajo.
En el territorio del Cauca, muchos ensayos se han adelantado buscando apalancar una propuesta al desarrollo, incluidas inmensas inversiones presupuestales, sin mayores resultados.
Muchos ejercicios se han agotado, interpretando y tratando de implementar fórmulas para mejorar diversas variables: la producción, la productividad, la competitividad, aun la innovación, y se referencia las posibles ventajas comparativas, en aras de encontrar modelos eficaces; pero hay una realidad, las estructuras del sistema capitalista mundial con su inmensa capacidad de intervención, manipulan los procesos de producción, las cadenas de valor, la comercialización, de tal manera, que todo esfuerzo se anula o termina sirviendo al crecimiento de sus intereses.
En principio se da la sensación de que se agotan los esfuerzos, sin embargo como la lucha por la vida es permanente y se da en condiciones reales y materiales; objetivas y concretas, la respuesta no puede ser otra que fortalecer las culturas de los pueblos cultivadores de América, como estrategia agroecológica.
Para las comunidades campesinas, su capital social, su patrimonio está en su acumulado cultural, aun en los casos en los cuales debe luchar contra la Escuela, que reproduce principios y comportamientos encontrados al servicio de la dominación, como la sumisión, la obediencia, el destino, la pobreza como virtud religiosa, toda una carga de pesos ideológicos.
Solo si las comunidades campesinas, se empoderan de sus saberes, costumbres, tradiciones, de manera específica en el mundo de sus propias realizaciones que le permitan vislumbrar “futuros”, sostenidos en la fortaleza de su propia cultura, podrán establecer formas de producción que permitan garantizar al menos su supervivencia.
Del surco brotan las estrategias que las comunidades han ido enculturizando en largos periodos de resistencia y que cada agricultor suma y reproduce en su propia experiencia al compartirla.
Si la cultura aparece cuando el hombre aprende a simbolizar, es necesario ampliar la pedagogía de su presencia, la representación, el arte, el lenguaje, la memoria, las herramientas, las destrezas, los utensilios, los desafíos y los miedos, las creencias, y aun las expectativas.
Aceptando que las culturas se afianzan a partir de su reproducción en los símbolos que las poblaciones establecen, se den o no relaciones naturales entre la figura y su significado, que convencionalmente se atribuyó, su aceptación se convierte en fuerza, sentimiento, pasión y emoción colectiva, con la cual, han pulsado el curso de la historia los pueblos del mundo.
Hoy los países con mayor crecimiento económico, tuvieron su origen en poblaciones con fuertes bases culturales, el protestantismo en los migrantes norteamericanos, las sociedades religioso-militares en el Asia y en el Japón, las antiguas culturas germanas y greco-romanas de Europa, el mundo Árabe, las culturas africanas y en América las Aztecas, las Incas, las Chibchas, el crecimiento inusitado de la China de hoy, tuvo su origen en la “Revolución Cultural” de Mao Tse Tung.
Como la historia del Cauca, relego el mundo campesino, la tarea está en reposicionar el mundo rural en el pensamiento creador de la cultura caucana, porque solo a partir de esa categorización, de esa exaltación, se puede pretender un modelo para que el territorio, pueda concebirse como un espacio con criterio de desarrollo humano.
En una ciudad y en una región, tan simbólica como Popayan y el Cauca, saturada de arte, de arquitecturas, esculturas, pinturas, músicas, tumbas e hipogeos, nada hay que contenga la cultura campesina.
Es básico para el desarrollo del Cauca, la liberación de la esencia de la cultura de su población campesina, basada en la Agricultura Familiar, su relación íntima con la Naturaleza, y la concepción del trabajo como expresión de la dignidad humana, como base de su modelo económico; razón por la cual, se pretende apelar a la simbología para impulsar su fomento a partir de levantar un monumento, una escultura, símbolo de su existencia, de su fuerza verdadera, ahora que las Naciones Unidas, reconocen los Derechos Campesinos como soporte de los Derechos Humanos.
En el Cauca un monumento a la vida campesina, puede recoger el olvido de la historia, significar la fuerza del presente y la señal de estar en el futuro como una unidad de integración regional y étnica a partir de la producción agroecológica, única posibilidad de hacer Desarrollo con Equidad, para lo cual, las condiciones están dadas. La idea es convocar voluntades en torno a esta propuesta, por lo tanto se esperan sugerencias. Gracias.
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