De la minga y otros asuntos

CARLOS E. CAÑAR SARRIA

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Ya lleva más de 20 días la minga indígena y el conflicto con el Estado se mantiene incólume, no hay verdaderos acercamientos entre el Gobierno y los sectores sociales que en el momento de escribir estas líneas siguen con la carretera panamericana bloqueada con sus consabidas consecuencias socioeconómicas,

Iván Duque se mantiene en su posición de que mientras sigan las vías de hecho, él no recurre al Cauca a dialogar y, los indígenas y campesinos insisten en que si no hace presencia en el Cauca el primer mandatario, no procederán a desbloquear la panamericana. Cómo quien dice, si por acá en la minga llueve en la presidencia no escampa… y el problema social parece acrecentarse cada vez más.

Mala cosa, porque sin voluntad política no se pueden dirimir los conflictos. Este conflicto nacido en el Cauca se habría podido conjurar en el Cauca y el asunto es que cada vez cobra un carácter nacional por el respaldo de varias comunidades indígenas de todo el territorio colombiano.

Siempre hemos pensado que gobernar no es tarea fácil. El gobernante debe tener las mismas habilidades y destrezas que el timonel del barco, nos dice el filósofo griego, Platón. El timonel del Estado debe saber de dónde viene y para dónde va, conocer de antemano que vendrán circunstancias difíciles y que debe estar preparado para resolverlas. Gobernar es resolver problemas. El timonel del Estado no debe ser fruto de la improvisación y la irresponsabilidad, porque precisamente de sus actuaciones u omisiones dependen las expectativas de la gente y el capital político de quienes detentan el poder, aquello que la ciencia política conoce como legitimidad. Sin gobernabilidad el poder se destiñe.

Bajo el gobierno de un mandatario como Duque, diezmado en las encuestas, los problemas sociales podrían convertirse en oportunidades para materializar gestos de grandeza. Pero nadie da de lo que no tiene, esa es otra de las dificultades. Un mandatario entretenido en los problemas de Venezuela, haciendo dejación de los propios y buscando protagonismo internacional ante la falta de popularidad en su propio país, es algo que no deja de ser cuestionable.

El país se encuentra polarizado en la apreciación del movimiento social relacionado con la minga. Reiteramos, como pasa con todos los humanos, los indígenas han cometido errores, pero eso no da méritos para no escucharlos, ni es pertinente el uso de la fuerza y la violencia para apabullarlos, hacen parte de nuestra nacionalidad. Exigen cumplimiento de acuerdos con administraciones pasadas.

Por ello pensamos que en una verdadera democracia ,discursos incendiarios que llaman a la fuerza y a la violencia en la solución de conflictos, deben desaparecer. En los corazones de no pocos colombianos sigue abrigado el odio y la guerra. Como si no hubiesen sido suficientes las casi seis décadas de conflicto interno.

En algunos círculos de opinión, en las redes sociales y en el mismo gobierno se escucha la queja en el sentido de que la minga tiene un tinte político. Claro que lo tiene y es conveniente que lo siga teniendo. Desde la Antigüedad con Aristóteles se dice que el hombre es un animal político. Muy cierto. Todo lo que nos rodea en la cotidianidad social, está relacionado con la política. Políticos son los diálogos y los procesos de negociación, políticos son los acuerdos, políticos son los actores sociales comprometidos con el conflicto y hasta el agua que consumimos tiene que ver con la política.

Como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, alguien o ambos actores comprometidos directamente en el conflicto tienen que ceder y no radicalizarse. La prepotencia sólo conlleva a recrudecer las diferencias y a perturbar el ánimo conciliatorio. En la medida en que se enaltece la vanidad de los actores sociales que tienen la potestad de resolver el conflicto y no lo hacen, la sociedad se afecta más:

Es posible que estemos equivocados, pero se siente poca o nula intermediación de la dirigencia regional en el manejo del conflicto que hoy mantiene bloqueada la carretera panamericana. Se necesita un liderazgo categórico en los escenarios de conflicto y ante las instancias de poder.