De la coherencia y otras hierbas

ORIANA MENDOZA VIDAL,

Mg. Administración de Empresas.

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Cuando tenemos definida nuestra visión con sus correspondientes metas y objetivos, encaminamos nuestras actividades a su cumplimiento, pero a veces en ese camino nos distraemos, algo nos hace desviar a nivel personal o profesional. De ahí la importancia de recordar qué es la coherencia, qué es SER COHERENTE. Tal vez así nos ahorraríamos dolores de cabeza y retrasos en alcanzar la cima de nuestros sueños.

Desde el diccionario se entiende que es la “cualidad de la persona coherente o que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa. En nuestras propias palabras, la coherencia es expresar y hacer lo que se piensa, que nuestros actos vayan en la misma línea de nuestros pensamientos y creencias, lo cual es fácil de decir, pero difícil de hacer, no solo a nivel personal, sino también a nivel corporativo.

A nivel empresarial, se construyen participativamente la visión, la misión, los valores corporativos, pero a veces sólo sirven para decorar la oficina del gerente o administrador como un lindo retrato. Se habla que trabajo en equipo, compromiso, honestidad, excelente servicio al cliente, tecnología de punta y lo que el cliente recibe es pésima atención o ve cómo abren su reloj -cuando lo lleva para cambio de batería- con tecnología de punta, pero de punta de cuchillo. También los clientes percibimos en los ambientes de trabajo, envidia, mezquindad, intrigas, poco trabajo en equipo y baja productividad y, uno se pregunta ¿Dónde están los colaboradores que son muestra de los valores corporativos? Otras empresas declaran en su promesa de valor, compromiso con el cuidado del ambiente, y en sus instalaciones ni siquiera se observan los puntos ecológicos; ni qué decir de tantos casos de publicidad engañosa. Así que la coherencia empresarial comienza por vivirse para luego irradiarse hacia los clientes y grupos de interés, la coherencia se aprende con el ejemplo, y el ejemplo lo inicia el gerente o líder empresarial.

En mi vida he conocido pocas personas coherentes, esa extraña combinación de silencios, acciones, consejos, actitudes y miradas que a veces no se comprenden, pero que con el pasar de los días van tomando sentido y nos enseñan a ver la vida de otro modo. Bien se dice que “de nuestra boca sólo deben salir flores”, pero a veces es tan difícil, ¿cómo hacer entrar en razón a un colaborador mediocre, conformista y perezoso? ¿Es tan difícil escuchar para entender y no para contestar? Nos cuesta alinear nuestras creencias, palabras y acciones, tomando decisiones en consecuencia. Los gerentes sí que debemos ser coherentes, evitando favoritismos al interior de nuestro equipo de trabajo y midiendo a todos con el mismo racero.

¿Cuándo vamos a entender que las promesas de valor incumplidas a nivel empresarial causan daños graves a nuestra reputación corporativa y recuperar la confianza perdida tomará tiempo y recursos?, es mejor prometer poco, pero cumplir. Ser coherente requiere de práctica, de consciencia y sobre todo de voluntad. Así que dejemos el pasado atrás, perdonemos las equivocaciones de la incoherencia, porque cada día es una nueva oportunidad para practicar la coherencia como personas, padres, madres, hermanos, hijos, amigos, colaboradores, líderes empresariales y ciudadanos, nuestra sociedad sería un poco mejor sí fuéramos más coherentes.