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FELIPE SOLARTE NATES
La cumbre contra la corrupción convocada la noche de miércoles por el presidente Duque incluyendo a todos los partidos políticos: los afines al gobierno y los de la oposición, es una de las ganancias derivadas de la consulta del pasado domingo, que evidenció que cada vez más crece la audiencia y participación de ciudadanos descontentos con la corrupción y los problemas sin resolver que desde hace tiempo sufre el país. También es la primera concreción del propósito de convocar a todos los partidos políticos para buscarles solución conjunta a los principales problemas que afectan al país, tal como el presidente Duque lo manifestó en su discurso de posesión.
Aunque por poco no alcanzamos el umbral, como pasó con el Sí en el Plebiscito, y a pesar de la oposición mayoritaria de caciques de los partidos gobiernistas, que ignoraron la consulta y no le hicieron campaña ni propaganda, sorprendimos con una votación mayor que la que subió a Duque a la presidencia.
Es un gesto más simbólico que efectivo para cambiar el comportamiento de la clase dirigente y un sector de la sociedad complaciente con “el ser pillo paga”, porque pueden perpetuarse en sus curules y altos cargos públicos, esconder los dineros de la corrupción, entre familiares y los sacamicas ‘asesores’ que los acompañan, y si los cogen, pagar ‘prisión’ en sus casas.
Pero sin duda, la alta votación lograda, es un paso adelante en el propósito de construir una sociedad más transparente, equitativa, y un poderoso llamado acogido por el presidente Duque, quien presentó un paquete legislativo recogiendo algunos de los puntos votados el domingo y el miércoles 29, en la noche, se reunió con las cabezas de los principales partidos políticos del país, incluyendo al líder de la coalición derrotada en las urnas Gustavo Petro y el excomandante de las Farc, Rodrigo Londoño.
Como lo destacaba en Semana en Vivo, el expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Juan Carlos Henao, el tratamiento a la corrupción no debe centrarse en aprobar más leyes, pues las hay de sobra en este país de tinterillos con título; sino, en cambiar valores y patrones de comportamiento, empezando desde la educación a los niños, para alejarlos de la cultura glorificadora del ‘vivo’, del ladrón de cuello blanco, al que abren puertas en clubes sociales, del traqueto, que obstenta lujosos autos, joyas y mansiones, sin que vecinos y autoridades cuestionen ni averigüen de dónde las obtuvo, del que se salta la cola, del contratista cómplice con funcionarios y políticos amañando las licitaciones, y otros comportamientos delictivos admirados e imitados en amplios sectores de la una sociedad dominada por el clientelismo y la corrupción cerrando oportunidades a millones de colombianos que son marginados y llevados a sobrevivir del rebusque informal, o del delito callejero, que pasan por el raponeo, atraco, estafa, micro-tráfico, etc.
Es destacable que el presidente Duque votó la consulta, a pesar de la oposición de Uribe y la descalificación del radical de derecha Rafael Nieto Loaiza, quien se apresuró a tuitear su fracaso, y fue derrotado en la lucha por la candidatura del Centro Democrático a la Presidencia.
Con la alta votación por el Sí en la consulta , el sector de Paloma Valencia, la Cabal, Ernesto Macías, Prada, Londoño Hoyos, Paola Holguín y otros hooligans de raca mandaca del Centro Democrático, se debilita cada vez más, en cuanto a su influencia efectiva ante el presidente Duque, quien entiende que debe mantenerlos a prudente distancia, si quiere asegurar la coalición con los congresistas del partido Liberal, Cambio Radical y de la “U”, pues ya han manifestado su inconformidad con el matoneo de los ultras del CD, y si no logran sintonizar con el presidente Duque, éste no consolidará las mayorías necesarias para aprobar proyectos de ley sobre temas candentes como las reformas: Tributaria, Política, Judicial, Pensional, a la Salud, etc.
Aunque los principales promotores de la campaña contra la corrupción fueron del Partido Verde y dirigentes de la coalición que respaldó a Petro, ningún grupo político puede apropiarse de los resultados; pero sin duda, la participación de más ciudadanos que los que votaron por Duque, (más de 11.600.000), es un avance en un país donde la abstención tiende a mermar y cada vez más millones de compatriotas se interesan por los asuntos públicos, por participar en debates, asambleas y elecciones y que además se constituyen en un sector fundamental para apuntalar a los grupos y dirigentes políticos que trabajan por la consolidación de las fuerzas alternativas con miras a ganar las próximas elecciones para alcaldías, gobernaciones, asambleas y concejos municipales y tienen en la mira: fortalecer programática y numéricamente la coalición alternativa que aspira a posesionarse en la Presidencia cuando el presidente Duque termine su mandato.
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