RODRIGO SOLARTE
Diciembre, mes de las niñas y niños, concentrémonos en ellos.
Los mayores poco recordamos guerras o pandemias sucedidas cuando estábamos en la primera infancia, período de la socialización primaria.
El contexto que transcurre universalmente, globalizado virtualmente, ha comenzado a ser captado por sus sentidos, afectos o desafectos que reciban de padres, cuidadores, hermanos y comportamiento de los adultos en general.
El mensaje católico y cristiano que la mayoría recibimos a esa edad, persiste espiritualmente a través de las religiones monoteístas, cuya historia, como la de sociedades organizadas, debe hacer parte de la información democrática pluralista, para que luego, durante la adolescencia y juventud, tengan referentes para sus proyectos de vida integral.
Somos hijos de la historia detallada que nos haya tocado vivir en los diferentes contextos y situaciones, tanto locales como regionales y planetaria.
El 2020 marca nuevas cotidianidades. Por economía, Covid-19 y epidemiología, se adelantó a los empleados, el pago de la prima de navidad.
Cambio climático, huracanes, fenómeno de la niña, invierno y veranos extremos, amenazan hasta la misma vida en el planeta, posicionando una vez más, la prevención fundamentada en el progreso de las ciencias, experiencias vividas por los nativos, conciencia económica, humana, participativa y política de la dirigencia electa democráticamente, para adelantarnos como país y sociedad planetaria, a los acontecimientos catastróficos.
La polarización ideológica entre ciencias y creencias, seres humanos y consumidores, énfasis entre lo material y espiritual, entre estratos sociales, posiciones pre-electorales, tienen en Navidad como un tiempo de reposo mental teoterapéutico, cuando el centro de nuestra atención adulta confluye en la niñez y la familia que es o debería ser.
Pese a la convicción de que no somos físicamente eternos en este planeta, el catolicismo en su compendio Bíblico y doctrina social contenida en las Encíclicas papales, mantiene los dogmas espirituales fundacionales y acompaña con sus jerarcas la historia socioeconómica y política de las sociedades humanas y medioambientales.
En Colombia y el planeta de este primer cuarto de siglo del XXI, la paz de los villancicos como eterno mensaje musicalizado, y la larga TRANSICIÓN hacia una PAZ CON JUSTICIA SOCIAL para los nacidos en pesebres y en palacios, continúa convocando libremente nuestras conciencias y voluntades para caminar los procesos necesarios llevando las cruces que no faltarán, incluyendo las muertes prematuras o sistemáticas que las violencias con su historia y actores pretenden perpetuar.
Comunidades e Instituciones del Cauca, solidarias espiritualmente con niñas, niños, adolescentes y jóvenes con sus familias del campo y la ciudad, desde veintiun años atrás, promocionamos la necesidad cultural del BUEN TRATO INTEGRAL, para contrarrestar tantas violencias, ambientadas e inducidas por las desigualdades e injusticias que luego de sesenta años de guerra interna, llevaron a los esperanzadores Acuerdos de La Habana, ratificados luego en Bogotá (2016) y plasmados ya en la Constitución que nos rige desde 1991.
Quienes nos dedicamos profesionalmente a la niñez como Unicaucanos, unidos por El Cauca con su diversidad, instamos a persistir al cuidado de la salud y vida, personal, en familia, comunidades, visitantes y turistas.
Acompañamos espiritualmente a la Señora Constanza Buchelly, esposa del colega Pediatra Gustavo Caviedes, quien se reunió con sus padres en la otra dimensión de su vida, el segundo día de este mes de diciembre. Su ejemplar humanidad y cientificidad solidaria será inolvidable para los trabajadores de la salud del presente y futuro. Reciban sus hermanos, nuestro reconocimiento y acompañamiento en el duelo que nos embarga. La FELIZ NAVIDAD con sus noches y días de paz, continuará siendo el deseo de comunidades y sociedades para todos los tiempos, con pandemia o sin ellas. Felicidades en este final del 2020.