Tras el sorteo de la Copa del Mundo en Diciembre del año pasado, donde a Costa Rica lo incrustaron entre tres campeones del mundo (Italia, Uruguay e Inglaterra), la gran mayoría de personas, incluyendo aficionados del común y hasta expertos, daban por sentado que el equipo ‘Tico’ solo iba a cumplir, intentando, por lo menos, no dejarse golear para hacer un digno mundial.
Incluso, antes de iniciarse la Copa del Mundo, era común para los oyentes del reconocido programa radial ‘La Luciérnaga’, escuchar al imitador del entrenador colombiano Jorge Luis Pinto, quien había clasificado a Costa Rica en una histórica campaña en la Concacaf, hablar caricaturescamente sobre los partidos que debía enfrentar en Brasil; la actuación del actor siempre terminaba llorando, supuestamente porque el equipo centroamericano poco podía hacer en ese grupo al que llamaron ‘el de la muerte’.
Pero una cosa era la caricatura radial al igual que el pensamiento de aficionados ‘de a pie’ y de los reconocidos comentaristas que poco crédito le daban a la actuación ‘tica’ en Brasil y otra la realidad con la que el estratega colombiano enfrentaba la realidad. En lugar de quejarse, el técnico del equipo centroamericano, se dedicó a estudiar a sus rivales, a conocer hasta el más mínimo detalle y a preparar un seleccionado fuerte y competitivo.
Con el respaldo de las directivas de la Federación, del plantel de jugadores, en su mayoría jóvenes con 25 años de edad como promedio y el incondicional apoyo de los costarricenses, Pinto se dedicó a mentalizar a la Selección de que su cupo anticipado a Brasil -dos fechas antes de finalizar el hexagonal de la Concacaf- más que el resultado de casualidades era la demostración de capacidad y merecimientos.
Además de un exigente trabajo físico, Jorge Luis Pinto adelantó un intenso plan de preparación con partidos amistosos con seleccionados tan disímiles como Australia, Chile, Corea del Sur, Paraguay, Japón e Irlanda.
Más allá de los mismos resultados, en donde consiguieron una victoria, un empate y cuatro derrotas, los “ticos” pulieron su estructura y tomaron una mayor confianza como equipo.
Esa unidad del seleccionado centro-americano se reflejó en Fortaleza, en el primer partido del Grupo D, cuando sin apelaciones dieron cuenta de la encopetada selección de Uruguay (3-1).
Seis días después, en Recife, logran un sorprendente triunfo (1-0) sobre Italia y, ya clasificados, empatan sin goles con Inglaterra, en Belo Horizonte.
El pasado domingo, “la cenicienta del grupo de la muerte” consiguió, por vez primera, su paso a cuartos de final en un Mundial, en un heroico juego ante Grecia, que terminó desde el punto penal. Costa Rica, un ejemplo de fe y perseverancia.
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