Corrupción y violencia son parientes

SIGIFREDO TURGA AVILA

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En un artículo anterior comenté a mis lectores que, teniendo unos 8 años de vida, escuché decir al expresidente Alfonso López Pumarejo, en una entrevista que le hicieron en la radio bogotana, “La violencia es una enfermedad que viene de lo alto”.

El pueblo Charaleño marchó hacia Bogotá en el siglo 18, reclamando que no se les aplicara con tanta injusticia, impuestos exagerados y la respuesta de los gobernantes fue aplicar violencia. No hay que olvidar nunca que José Antonio Galán, líder de los habitantes más necesitados, fue asesinado y descuartizado por orden de la más alta jerarquía gobernante dirigida por el Arzobispo-Virrey Caballero y Góngora, después de que los comuneros aceptaron confiados las promesas falsas, de que todos los pedidos se atenderían como los marchista querían. Fue aquella frustrada marcha de la Revolución de los Comuneros, un anticipo precursor de tantos movimientos sociales que ha vivido Colombia, desde entonces.

En aquel momento del siglo 18, igual que en 1948 del siglo 20, cuando asesinaron a Jorge Eliecer Gaitán, las grandes mayorías de la población eran mal tratadas y reclamaban contra la violencia y la infame corrupción de la que se servían los que detentaban el poder.

El presidente López Pumarejo dejó en claro que la violencia viene de los de arriba, aquellos que se sirven del poder para satisfacerse, pero desconociendo derechos de los demás, y lo grave que se adiciona es que esos de arriba se sostienen protegiendo su poder violentamente.

Está claro ahora que LA CORRUPCIÓN ES UNA ENFERMEDAD QUE PROVIENE DE LO ALTO, aplicada por doquier en nuestro país.

La corrupción igual que la violencia, fueron aprendidas por los de abajo, descendiendo para ser aplicadas también masivamente en los estratos o capas de población menos favorecidas, hasta quedarse. El mal ejemplo cunde, ahora en Colombia en todas partes de la población, la corrupción y la Violencia se pavonean y se apoyan.

Son infinitas las formas de aplicar corrupción por parte de grandes o pequeños, por ejemplo, llevarse algo de una tienda sin pagar, a sabiendas de que se está engañando al vendedor, es corrupción.

Narcotraficar, secuestrar, comprar votos, aceptar que le paguen para votar por lo que le digan, legislar para que los ricos no paguen impuestos y para que sean los pobres los que los paguen, esos son hechos de corrupción que muchas veces van acompañados de violencia.

Las mordidas que recibe el policía para que no haga un comparendo de tránsito y el pagarlas son actos de corrupción.

Para donde irían patrimonios de todos cuando liquidaron el Instituto de los Seguros Sociales?. Cuántos millones de pesos podrían haber quedado en manos corruptas?. Y, cuántos millones de pesos ingresarían a corruptos al vender empresas como ISAGEN?. Todo el que aplique para su beneficio eso de que el vivo vive del bobo, es corrupto.

Por generaciones hemos vivido la corrupción y la violencia y hemos aprendido a practicarlas, de diversas formas. Es conveniente ser conscientes de evitarlas donde quiera que estemos.

La sociedad colombiana está haciendo un esfuerzo para que se erradiquen tantas formas de corrupción en las élites, porque allá se originaron. La corrupción es una enfermedad social que viene de lo alto y es allí donde debe comenzarse esta labor tranquilizadora y pacificante.

La consulta anticorrupción y sus consecuentes resultados ya conocidos, están llevando al nuevo gobierno colombiano a liderar un vasto proceso, en el que necesariamente vamos a quedar involucrados todos los ciudadanos, contribuyendo para corregir miles de entuertos que son el pan de cada día. Le deseamos muchos éxitos al gobierno en este propósito.