En el mes de junio del año 2009, estaba de visita en la ciudad de Praga (República Checa); al entrar a su plaza principal me encontré con la estatua del reformista Jan Hus. Al preguntarle a la guía turista quién era el del monumento y el porqué de su reconocimiento, me respondió: fue quien planteó una de las reformas que 100 años después fueron expuestas públicamente por Martín Lutero en el siglo XV. Lutero planteó discrepancias sobre algunos dogmas, mandatos y actos de la jerarquía católica; también se pronunció en contra del cobro por las indulgencias. Esta corriente del protestantismo planteó la instrucción, al servicio de la creencia revelada; el saber, al amparo de la fe, lo cual exige a todos la lectura de la biblia y el ejercicio de la razón personal, lo cual plantea una educación general, para todos sin distinción de edad, clase social, raza y sexo.
La reforma protestante condujo a la iglesia católica a plantear una contra reforma, para lo cual se reunió el concilio de Trento, el expidió un programa educativo, se crearon algunas órdenes religiosas, como la de la Compañía de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola (1534), orden de los Oblates y José de Calasanz y posteriormente, las escuelas cristianas de San Juan bautista de la Salle (1706).
La introducción anterior permite entender que hoy cuando muchos países desean conocer el sistema educativo de Finlandia, por ser uno de los mejores del mundo, esto obedeció a que en este país desde el siglo XVI se desarrolló dicha cultura Luterana con el postulado de la educación para todos, basado en la responsabilidad que fomenta la disciplina y el esfuerzo.
Tratando el tema de la educación en el Cauca tratada en la primera entrega de esta columna, en la presidencia del doctor Cesar Conto en el Estado del Cauca y Jorge Isaacs como Superintendente general de Instrucción pública, este último entendía que más allá del ataque personal, se buscaba la caída del presidente Conto. Avanzaba en la construcción de escuelas nocturnas en Cali, Popayán, Tuluá y Buga, en su recorrido supervisaba el funcionamiento de las escuelas, bajo su lema “educación laica y gratuita”, con la cual consideraba que se afianzaba la libertad de conciencia, preparaba al campesino para el sufragio universal y se buscaba educar tanto a ricos como a pobres, buscando con ello un equilibrio social. Por tal razón la enseñanza de la religión era opcional, según la eligieran los padres de familia, como está establecido en el presente, luego de la Constitución política nacional de 1991.
Hay que ubicar este relato en el tiempo ocurrido y en las circunstancias dadas, para acercarse a una visión objetiva de la historia.
La iglesia pretendía recuperar el monopolio sobre la educación, la iglesia obraba como agente poderoso con miras a la guerra.
Los ánimos en ambos bandos se exaltaban mediante, periódicos, panfletos, folletos, circulares, todo esto era utilizado por liberales y conservadores para llamar adeptos a sus filas con miras a la guerra.
Jorge Isaacs apoyaba el nombramiento de maestros e institutoras jóvenes, dispuestos a buscar nuevos métodos; su objetivo era luchar contra la ignorancia, por impedir hacer uso de la libertad, esclavizar a la persona a la pobreza y agotar su esperanza; su planteamiento sobre la enseñanza de la religión era que le correspondía a los padres de familia. Aclaraba que se permitía la enseñanza de la religión católica en todas las escuelas oficiales, pero reclamaba que fuese servida por un preceptor o preceptora, impartida con particular esmero y a satisfacción de los padres de familia.
La lucha era frontal, se distorsionaba la información, asegurando que se impedía la enseñanza de la educación católica en las escuelas y que por tanto no se debía enviar los niños a la escuela; se puede citar como casos concretos el del cura Eduardo Caicedo en Caloto.
Los conservadores aprovechando una división que se presentaba al interior del liberalismo, unos llamados radicales y otros independientes liderados por Rafael Núñez, con la aquiescencia del general Mosquera, se unieron para acabar el proyecto federalista y devolver la supremacía a la iglesia. Estas dos fuerzas se unieron para buscar un nuevo sistema de gobierno, lo cual más adelante creó las condiciones para la nueva constitución política de 1886 o constitución de Núñez.
En julio de 1886, el presidente Aquileo Parra, invitó a Jorge a Bogotá, porque quería saber cuál era la fuerza efectiva de la anunciada revolución conservadora.
En estas mismas fechas, las fuerzas militares de los Estados de Tolima y Antioquia (gobiernos conservadores) invadieron el norte del Cauca, era una abierta violación a la constitución y las leyes. La confrontación se dio y de parte del gobierno nacional la comandó el general Julián Trujillo, quien había sido nombrado por el presidente Parra como jefe de la división del sur, la batalla se dio el 31 de agosto de 1876 en “Los Chancos” en la cual salieron vencedores las fuerzas del gobierno nacional, pero los anhelos de guerra no murieron allí, se dieron nuevas confrontaciones.
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