EDUARDO NATES LÓPEZ
Interesante (pero muy peligroso) está resultando el hecho político que por estos días ocupa lugar de privilegio en los noticieros y la prensa escrita nacional, que gira alrededor de la revocatoria del alcalde de esa ciudad, Daniel Quintero.
Medellín es una ciudad muy importante, significativa, emblemática y querida para todos los colombianos. Su desarrollo industrial y ese liderazgo empresarial y político le han valido mucho para convertirse en la segunda ciudad del país. En no pocas ocasiones ha sido objeto de reconocimientos nacionales e internacionales. Y sus hijos además ocupan lugar preferencial en el escalafón nacional. Ha tenido también épocas muy difíciles, pero, aun así, con ese reconocido talante paisa, ha salido siempre adelante.
Sin duda, la llegada de Quintero a la alcaldía ha producido un remezón muy fuerte en todos los estamentos ciudadanos, que tiene no pocas lecciones por aprender. Hay que reconocer que es muy hábil con la palabra y aparece como valiente, -digámoslo con franqueza- tocando “vacas sagradas” … Esa es la imagen a priori del asunto… Pero a medida que avanza su gobierno, van brotando las consecuencias de lo actuado; van trasluciéndose sus intenciones politizadas y su resentimiento y las tensiones de la polarización creciente comienzan a hacer daño. Tanto que desde ya hace varios meses viene caminando un proceso de revocatoria de su elección que, de pronto afuera, no se pensaba que lograra los avances que hoy muestra. Esta situación se ha tornado tan crítica que tiene a Quintero lanzando unos ataques tremendamente agresivos, y calificativos insultantes y calumniosos contra la clase empresarial e industrial paisa y contra los grupos que tradicionalmente han jalonado la economía y la política antioqueña (y la nacional).
Transcurridos dos años de su mandato; terminada la luna de miel con sus votantes, se le ha puesto el “dulce a los mordiscos” y le tocó mostrar lo peor de sus propósitos y su verdadera calaña para defenderse de la revocatoria en ciernes.
El reportaje que la revista Semana publicó en su edición de estos días va mucho más allá de la simple figura del alcalde y en el, Vicky Dávila le “hala la lengua” a Daniel Quintero, como persona. En esas respuestas se evidencia la preocupación que lo acompaña -aunque diga que está “muy tranquilo”-. Se ratifica en sus acusaciones y maltrata de nuevo al empresariado antioqueño (GEA) y a políticos paisas como Uribe, Fajardo y otros y los califica de mafiosos y sucios… Además, agradece el apoyo que ha recibido de Petro…
Aquí es, entonces, donde se corren los telones del escenario político (más aún ad portas de los procesos electorales a presidencia y congreso) y se ve la verdadera afiliación de Quintero, la cual ha tratado de ocultar un poco, con un aire algo trepango, una risita burlesca y una actitud de “mamagallista” (de Petrista vergonzante), que sin duda lo delatan. Y se pone bravo, por ejemplo, porque le cuestionan una aparición pública oportunista de su mujer vistiendo una camiseta que promociona el festival musical del pacífico Petronio Álvarez -que acaba de celebrarse en Cali. Es evidente la intención política de la señora (bonita, por cierto), de lucir en su pecho las cinco primeras letras del nombre del festival… Pero para nadie es secreto que la señora Diana Osorio (de Quintero) está más cerca del político Gustavo PETRO que del extinto músico negro valluno PETRONIO Álvarez. Era obvio que a esa “actriz”, la aparente “sutileza musical” se le convertiría en una pesadez política inadmisible… (pa’ qué la puso en esas… si se iba a enojar) …
Quienes no tragamos entero, por una elemental regla de tres simple directa, podemos deducir que lo que está haciendo su émulo Quintero con Medellín es lo que quiere hacer Petro con Colombia. (Ya lo está haciendo): Agredir al empresariado nacional, insultar a la clase política, dividir a la sociedad, ahondar esa brecha y estimular el caos para apoderarse de lo construido en tantos años de trabajo.
Por favor: en esta época electoral, recibamos los mensajes (directos y/o subliminales) que nos están llegando del exterior (Venezuela, Nicaragua etc.) y del interior (Medellín, Bogotá, Cali etc.). El resentimiento gobernando es demoledor, por “pinturita” que se haya echado…